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Mi vida en las selvas tropicales

25. Un sueño frustrado

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En realidad con Miguel de la Madrid Hurtado tuve poco contacto previo a su elección como presidente de la República. Él laboraba en la Secretaría de Programación y Presupuesto cuando en un par de ocasiones me entrevisté con él para tratar asuntos relacionados con el presupuesto del Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos (INIREB).

Una vez que inició la campaña para la presidencia, el doctor Franklin Rendón me llamó para invitarme, a nombre del licenciado Carlos Salinas de Gortari, a colaborar en la campaña del licenciado De la Madrid como asesor en el área de Ecología y Medio Ambiente. Yo lo había conocido en la Universidad de Harvard, cuando él hacía su doctorado sobre mecánica de suelos.

El doctor Franklin mostró mucho interés por el proyecto de la Flora de Veracruz que llevábamos a cabo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en colaboración con la Universidad de Harvard, puesto que era veracruzano y pensaba que este proyecto era de gran trascendencia para el estado. A su regreso a México estuvimos en contacto en Xalapa, en donde él laboró por un tiempo en la Universidad Veracruzana y participó en algunos proyectos del INIREB.

Su llamada fue totalmente inesperada. Me dijo que si aceptaba la invitación, debía entrevistarme con el licenciado Carlos Salinas de Gortari, quien entonces era el director general del Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IEPES) del PRI y la persona encargada de organizar la campaña presidencial de Miguel de la Madrid. Como me pareció una gran oportunidad para influir en posibles políticas públicas en temas ecológicos y ambientales, le contesté afirmativamente.

A los pocos días me llamaron de parte del licenciado Francisco Ruiz Massieu (q. e. p. d.), del IEPES, para concertar una cita en la que se discutiría mi participación en la campaña y para darme a conocer la organización de la misma. La cita con Francisco Ruiz Massieu se concretó. Me recibió en su casa y me explicó la organización temática de la campaña por iniciarse. La idea central fue seleccionar temas de importancia nacional y buscar personas que se hicieran cargo de organizar una consulta en todo el país sobre cada uno de ellos y proponer ideas para un programa de gobierno.

Ruiz Massieu me comunicó que el tema ambiental era uno de los asuntos prioritarios y que me invitaban para que fuera yo el responsable de desarrollarlo en su campaña. La idea fundamental era obtener información confiable sobre los grandes problemas ambientales y ecológicos y sus posibles soluciones, por lo que era necesario organizar una serie de reuniones con especialistas en diversos aspectos de la problemática ambiental y ecológica de México y preparar una reunión nacional para exponer públicamente lo encontrado; dicha reunión nacional sería presidida por el licenciado De la Madrid.

Acepté la invitación de presidir la Comisión de Ecología y Medio Ambiente de la campaña. Era evidente que el futuro presidente de la República sería Miguel de la Madrid y por ello tendría la oportunidad única de darle a conocer a él y a sus cercanos colaboradores la problemática de estos temas, así como las actividades del INIREB. Al mismo tiempo me interesaba organizar una serie de grupos de trabajo para armar un programa de gobierno que sumara los asuntos tanto ecológicos (recursos naturales) como del medio ambiente en general (contaminación), los cuales en administraciones pasadas se habían ubicado en distintas secretarías.

El trabajo se llevó a cabo en muy poco tiempo, gracias a que conformé un notable grupo de colaboradores en diferentes disciplinas, que identificó una serie de problemas que podrían ser la columna vertebral de un programa de gobierno.

Para llevar a cabo estos trabajos, el licenciado De la Madrid decidió formalizar lo que denominó sus “comisiones de expertos”, de las que fui nombrado titular del área denominada “Calidad de vida y medio ambiente”.

Me ofrecieron la posibilidad de contratar a un grupo de apoyo para llevar a cabo el trabajo y organizar reuniones en el plano regional y nacional sobre temas relacionados con el medio ambiente, así como una pequeña oficina en Coyoacán, lo que me permitió separar este proyecto de mis actividades como director del INIREB.

Las actividades duraron varios meses y en ese período solo tuve una oportunidad para hablar directamente con el candidato en privado y no hubo tiempo de decir gran cosa. Con quien sí llegué a tener una relación cercana fue con el licenciado Carlos Salinas de Gortari, ya que fui invitado a varias de las reuniones de las otras comisiones y tuve la posibilidad de escuchar los planteamientos de distintos grupos en diferentes áreas, en donde todo marchaba en forma muy interesante. Aprendí mucho.

Algo notable que me sucedió fue que, cuando salió mi nombre como responsable de la Comisión Ambiental de la campaña, ciertos personajes del medio académico, empresarial y diplomático me pedían citas para ofrecer sus servicios, proyectos y colaboración diversa. Incluso me ofrecían visitar Estados Unidos y Europa para que conociera algunos de los programas gubernamentales en el tema.

Viajé a Estados Unidos y a España con algunos de mis colaboradores, en donde conocimos importantes programas ambientales, especialmente en el área de contaminación del aire, manejo de residuos sólidos peligrosos y prevención de la contaminación de cuerpos de agua. Fue una especie de curso intensivo para nosotros.

Mi colaboradora principal en este proceso fue Alicia Bárcena Ibarra; una bióloga que se había incorporado al INIREB junto con su esposo, el doctor Alfredo Barrera Marín, y a quien era relativamente sencillo pedirle su participación, ya que formaba parte del equipo del INIREB-Yucatán.

Cuando Alfredo falleció, Alicia se quedó a cargo de esa oficina y dado que es una persona muy inteligente, ambiciosa y organizada, empezó a hacerse cargo del manejo administrativo de la Comisión que estaba yo dirigiendo.

Además de ella, tuve otros colaboradores cercanos extraordinarios, como fue el doctor José Nieto de Pascual (q. e. p. d.), distinguido matemático con una gran pericia en el análisis estadístico de las consultas públicas.

Otro notable colaborador fue el doctor en Ciencias Jurídicas Luis Miguel Díaz (q. e. p. d.), un distinguido jurista de prestigio nacional e internacional, quien fungió como asesor de nuestro grupo.

No quisiera hablar demasiado sobre este asunto de la campaña de Miguel de la Madrid. Simplemente agregaré que fue una experiencia importantísima en mi vida y quizá lo más interesante, desde muchos puntos de vista, fue que me permitió asomarme y conocer el proceso de la sucesión presidencial en México, así como la simulación de una campaña democrática en la que la competencia prácticamente no existía y todos sabían el resultado de antemano: el triunfo del PRI.

La parte atractiva para mí fue convocar a colegas conocedores de estos temas a presentar en diversas reuniones sus opiniones sobre la problemática ambiental y aportar sus ideas y sugerencias sobre lo que se podía hacer para resolver estos problemas.

Tuvimos acceso a documentos confidenciales que incluían diversos estudios ambientales contratados por el gobierno federal, de los cuales sabíamos de su existencia pero no estaban disponibles.

En particular, me interesaba tener una idea de lo que se gastaba en estos estudios y el contenido de los mismos, ya que sabíamos que éste era un renglón importante de los presupuestos federales que se prestaba a la corrupción.

Esto fue corroborado ampliamente y quedó integrado en las recomendaciones que se hicieron al licenciado Miguel de la Madrid en la última sesión, la del cierre de campaña, en 1982, durante la cual presentamos nuestro trabajo.

Dicha sesión se llevó a cabo en la ciudad de Campeche. Asistieron varias personas invitadas especialmente para esta reunión sobre medio ambiente y calidad de la vida. Hubo 31 presentaciones, que resumían los temas abordados en la campaña y que fueron publicadas posteriormente.

El licenciado De la Madrid estuvo muy interesado en todo y su intervención final fue muy favorable. En ella se comprometió, entre otras cosas, a “frenar el consumismo contaminante y degradante…, proteger y desarrollar la riqueza biótica…, establecer una red nacional de reservas ecológicas patrimoniales…, apoyar la investigación científica y tecnológica para preservar nuestro medio ambiente, etcétera.”

Nos agradeció el tiempo que le habíamos dedicado a todo este esfuerzo y comentó que incorporaría nuestras sugerencias en su programa de gobierno. Todos salimos de la reunión muy contentos y optimistas, pensando que ahora sí tendríamos un cambio drástico positivo en la política ambiental y de manejo de los recursos naturales.

El trabajo que yo estaba haciendo no sólo era por el interés de conocer más. Veía también la gran oportunidad de fortalecer al INIREB y quizá colocarme como candidato a ocupar una posición de responsabilidad en el gabinete del licenciado De la Madrid.

Esta era una ambición muy clara y obvia (para mí). Incluso en algunos periódicos se publicaron algunas notas que sugerían mi nombre como uno de los posibles candidatos a la nueva secretaría del Medio Ambiente.

Terminó la campaña. Me pidieron llevar a cabo una propuesta de plan de gobierno para el sector ambiental. La desarrollamos a lo largo de varios meses, con los documentos elaborados durante la campaña y mediante el apoyo de diversos colaboradores.

Se hizo una primera presentación formal en la oficina de campaña, en Coyoacán, ante el grupo de trabajo que colaboró conmigo e invitados del IEPES. La propuesta fue muy bien recibida, por lo que pensamos que pronto me llamarían para presentársela al presidente electo.

El plan de gobierno incluía los objetivos de una nueva institución gubernamental con los programas prioritarios y los distintos aspectos legales y administrativos necesarios para su arranque. Se planteaban distintas opciones administrativas de organización de un programa de gobierno en los temas ambientales y ecológicos.

Pasó el tiempo y no lograba contactar a los funcionarios del IEPES cercanos al licenciado Miguel de la Madrid. Mediante mensajes, me indicaban que había que esperar a que me llamaran.

Por fin me buscaron para agendar una reunión con el licenciado De la Madrid, en la que debía exponerle los puntos más importantes del programa de organización del nuevo sector gubernamental en el área de medio ambiente y ecología que habíamos preparado.

La reunión se llevó a cabo en la casa de la campaña presidencial de Coyoacán. Estaban presentes el licenciado De la Madrid y dos de sus más cercanos colaboradores: Carlos Salinas de Gortari y Francisco Rojas Gutiérrez. De la Madrid me recibió con mucha amabilidad. Me dijo que quería agradecerme por todo el trabajo que hicimos y que le gustaría escuchar cuáles eran mis sugerencias con respecto a la organización de una institución del gobierno federal para manejar el tema ecológico y ambiental.

Padres de Arturo Gómez-Pompa
Reunión de cierre de campaña de la Comisión de Medio Ambiente y Calidad de Vida. Campeche, 1982. Archivo familiar.

 

Desde luego, yo iba perfectamente preparado. En ese tiempo aún nos apoyábamos en carteles y yo llevaba una serie de ellos para explicarle cómo podía evolucionar la transición de lo que existía hasta ese momento hacia una nueva organización gubernamental federal que coordinara los programas. Le presenté las distintas opciones que habíamos contemplado, que se basaban en la experiencia de diversos países que ya habían organizado la gestión gubernamental en una sola institución.

Entre las opciones estaban, desde una coordinación intersecretarial sobre medio ambiente, dependiente directamente del presidente, hasta la creación de una secretaría de asuntos ecológicos y ambientales.

Una de sus preguntas se refirió a cómo financiar una nueva organización. Le expliqué que con los recursos que ya se estaban ejerciendo en distintas secretarías y con un buen control del presupuesto actual, no habría necesidad de fondos adicionales. Le mencioné que tan solo controlando la corrupción en el uso de las partidas presupuestales referidas a la realización de estudios, se podían financiar varios centros de investigación en estos temas.

Una vez terminada la exposición, el licenciado De la Madrid me reiteró su agradecimiento por el trabajo realizado, en el cual reconocía el esfuerzo que habíamos hecho. Asimismo, me informó que incorporaría a su plan de gobierno los programas que le habíamos presentado, pero que había otro grupo que le había mostrado una alternativa de organización administrativa que le gustaba y de la cual quería saber mi opinión.

Cuando él me dijo esto, realmente lo sentí como un regaderazo de agua fría, porque en ningún momento sospeché que existiera otro grupo trabajando en los mismos temas de la Comisión que yo presidía y que él nombró. Le dije: “Claro. Me gustaría saber cuál es la opción que le han presentado y con gusto le dare mi opinión.”

Me respondió que le habían propuesto crear una secretaría de ecología, asentamientos humanos y vivienda, y que le parecía que había más congruencia en la unión de las tres áreas como parte de la administración pública que formar una entidad separada. Luego me preguntó: “¿Qué opina usted sobre esto?”

Yo no sabía qué era lo que realmente estaba esperando de mí, así que simplemente decidí contestarle con la verdad: “Mire, si usted se decide por ese tipo de administración será un gran error, porque nuevamente se colocará a los asuntos ambientales y ecológicos con dos enormes temas: el desarrollo urbano y la vivienda.

“Lo que puede pasar será igual a lo que sucedió hace años, cuando se incluyeron estos temas dentro del megasector salud. En este enorme sector, la parte ambiental y ecológica ha sido un pequeño pegote de baja prioridad.”

Insistí en que la unión que le planteaban para el sector ambiental, con vivienda y desarrollo urbano, ya lo habían intentado otros países sin éxito. Me parecía equivocado seguir esta opción, ya que no iba a resolver los enormes problemas ecológicos y ambientales del país.

El licenciado De la Madrid me contestó: “Bueno, esta es una propuesta que yo recibí. A mí me parece que es la más factible en estos momentos. Además, por otro lado, ahora no es el momento de formar una nueva secretaría completa e independiente para estos temas, pues requerirá inversiones que en estos momentos no se tienen en el país.”

Y continuó: “¿Ustedes han pensado cómo se puede financiar esta nueva secretaría que están proponiendo?” A lo que contesté: “Mire usted, sí lo hemos pensado y de hecho hemos revisado los presupuestos actuales que se dedican a estos temas en distintas dependencias del gobierno federal. Lo que hemos encontrado es que hay enormes gastos innecesarios.

“Nada más para darle un ejemplo de ello, y gracias a que estoy trabajando en su campaña, he tenido las puertas abiertas para consultar archivos que ni de casualidad estarían disponibles para cualquier persona.

“Hemos solicitado revisar algunos de los estudios pagados por el gobierno federal que se han efectuado sobre la contaminación ambiental en la zona de Coatzacoalcos-Minatitlán, y ahí pudimos ver que los estudios entregados no son más que un refrito de otros que han hecho ya otras organizaciones y, desde luego, el costo que tuvieron fue enorme.

“Tuve la oportunidad, durante su campaña, de conocer a algunas personas (mexicanos y extranjeros), quienes, sin muchos rodeos, ofrecieron llevar a cabo estudios; y abiertamente, ofrecían un porcentaje no menor a 20% como pago ‘confidencial’ para quien les consiguiera el contrato para hacer los estudios. Si tan sólo pudiéramos acabar con la corrupción de este sector, podríamos financiar muchos programas prioritarios.

“Por tal motivo, en el combate a la corrupción hay un potencial importante de recursos para financiar una nueva institución que elabore y ejecute los trabajos y políticas necesarios para enfrentar los problemas ecológicos y ambientales que agobian al país.”

Cuando terminé de darle mi respuesta, la cara del licenciado De la Madrid ya no estaba tan sonriente. Volteó a ver a sus dos colaboradores y dijo: “Bueno, parece ser que el doctor está descubriendo algo que también nosotros sabemos.” Se levantó, me volvió a dar las gracias y nos despedimos.

Carlos Salinas de Gortari me acompañó a la salida, y me dijo: “Vente conmigo a mi oficina”. Una vez ahí, comentó: “Así son las cosas en la política. Hay otra persona muy cercana al licenciado De la Madrid, a quien él le tiene mucha confianza; es un financiero muy destacado y es posible que sea la persona que encabece esta administración. Pero tú no te preocupes, el equipo que formaste seguramente va a ser llamado para trabajar en la Secretaría.”

También me dijo que el licenciado De la Madrid me quería invitar para colaborar con él en algún cargo en su gobierno. Que lo pensara y le dijera qué me interesaba. Le contesté que me gustaría quedarme en donde ya estaba, es decir, en el INIREB.

No niego que esta decepción fue para mí un choque. Por varios días estuve pensando, dándole muchas vueltas a lo que sucedió. Mi mayor preocupación era comunicarle esto a todo el equipo que me apoyó y que válidamente esperaba incorporarse a la futura institución que propusimos.

Padres de Arturo Gómez-Pompa
Especies del Jardín Botánico Exterior de la UNAM. Autor: Octavio Fossey. 17/05/2016.

 

En cuanto a mí, decidí darle vuelta a la hoja y pensar en lo importante de esta experiencia. Evidentemente, aprendí muchas cosas, no había duda; hice muy buenas relaciones, y había conocido el proceso electoral priísta por dentro.

El presidente Miguel de la Madrid nombró al licenciado Marcelo Javelly como titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE). Tal como lo había ofrecido el presidente, invitó a incorporarse a esta secretaría a varios de mis principales colaboradores en la campaña, lo cual significó que el trabajo realizado por nosotros para preparar un plan de gobierno podría ser incorporado en la nueva secretaría.

Fui invitado a colaborar como asesor de la nueva subsecretaria de Ecología, la bióloga Alicia Bárcenas, posición que tuve por unos cuantos meses y a la que renuncié. Tal como lo pronostiqué, esta subsecretaría tuvo un papel menor en la política y presupuesto de la SEDUE.

Como sucede con frecuencia en el medio político, mi “caída”, políticamente hablando, fue interpretada por distintas personas como el resultado de un pleito, de una falta de entendimiento con Miguel de la Madrid. Por tal motivo, las puertas que tenía abiertas para arreglar asuntos en rangos importantes del sector público prácticamente se cerraron.

Varios meses después de su toma de posesión, el presidente De la Madrid me dio el nombramiento honorífico de miembro del Consejo General de Salubridad de la República, con su indicación de que mi papel en dicho Consejo era el de incorporar los asuntos ecológicos a dicha organización, presidida por el secretario de Salubridad.

En teoría, este Consejo tendría el más alto nivel ejecutivo en caso de un problema nacional de salud pública. Desafortunadamente, en mi paso por esta organización me di cuenta de que no era más que una institución burocrática adicional al sector salud.

Sin embargo, logré incluir en las discusiones tres temas importantes: los biocidas en alimentos; la necesidad de llevar a cabo investigaciones científicas en plantas medicinales de amplio uso y la alerta sobre el peligro existente de una guerra nuclear y sus consecuencias.

Sobre este último asunto, llevé la representación del Consejo de Salubridad General a la reunión histórica sobre el invierno nuclear, organizada por Carl Sagan en Washington, que provocó un parteaguas histórico en el proceso del desarme nuclear de Estados Unidos y la Unión Soviética.

Un punto que tuvo implicaciones importantes fue mi relación con Carlos Salinas de Gortari. Durante la campaña tuve la oportunidad de darle a conocer los proyectos que estábamos desarrollando en el INIREB.

Esta relación permitió al INIREB continuar trabajando y sobrevivir por unos años más a la crisis económica y a la devaluación del peso. Intentamos capotear esta circunstancia como mejor pudimos, gracias a recursos externos; sin embargo, éstos también se acabaron.

El gran crecimiento que tuvo el INIREB gracias al petróleo y al apoyo directo del presidente López Portillo se convirtió en un problema con la nueva administración. Los precios del petróleo se vinieron abajo, entramos en una enorme crisis económica y los institutos de investigación empezaron a padecerla.

El caso del INIREB fue de gran relevancia porque, luego del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), era probablemente el más grande en número de personal y presupuesto.

Por este motivo, creemos que los analistas de la Secretaría de Programación y Presupuesto pensaron en él como una organización que se “antojaba” interesante para cerrarla y de esa manera ahorrar una buena cantidad de recursos.

Intenté por todos los medios resolver nuestra situación, buscando sin éxito la intervención directa del secretario de Programación y Presupuesto. Incluso traté de hablar con el Presidente de la República, pero no me dieron la audiencia.

Al mismo tiempo, estábamos con problemas graves dentro del propio Instituto, ya que los trabajadores estaban pidiendo justamente aumento de sueldo y prestaciones. Un sindicato sumamente agresivo se formó en el momento menos indicado para la institución y a éste se afiliaron algunos investigadores.

Esta fue “la gota que derramó el vaso”. Convoqué a una reunión general del INIREB en Xalapa y pedí realizar un referéndum en torno a si se formaba o no un sindicato.

Les expliqué lo mejor que pude los riesgos que podía correr nuestra institución ante la situación del país, en especial por la falta de apoyo gubernamental. El referéndum se llevó a cabo y los sindicalistas ganaron.

Todo esto me hizo tomar la decisión de dejar la dirección del INIREB (capítulo 19). Por mi parte, tenía el ofrecimiento de una beca de la Fundación Rockefeller para ir a Italia, oportunidad que había yo pospuesto. Así que decidí tomar un año sabático para planear una nueva etapa en mi vida.


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