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19. El Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos (INIREB)
Reflexiones sobre la corta vida de una Experiencia en investigación aplicada en provincia
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En 1975, en plena campaña de José López Portillo, recibí la llamada de Dante Delgado, que era colaborador cercano de Alejandro Carrillo Castro. Carrillo tenía un puesto importante en el Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IEPES) del PRI y era el encargado de organizar reuniones de carácter técnico para la campaña del precandidato.
El licenciado Delgado me explicó que querían platicar conmigo para ver si yo aceptaba ayudarles a preparar una reunión sobre el trópico en la campaña presidencial. Conocía bien a Alejandro Carrillo, ya que había sido secretario general del CONACYT. Él estaba enterado también de mi posición ante el desastre ecológico, económico y social del programa de reacomodo de los campesinos en Uxpanapa.
Durante mi entrevista con Alejandro Carrillo, éste me dijo que el candidato López Portillo tenía interés en que yo organizara una reunión sobre el trópico en Tabasco. Me indicó que tendría plena libertad de escoger los temas y seleccionar a los ponentes, y que lo que deseaba era tener una visión lo más completa posible de diferentes puntos de vista sobre el futuro del trópico en México. Después de consultar con mis colegas sobre los pros y contras de esta invitación, decidí aceptarla, debido a que estábamos muy adelantados en la creación del Instituto de Recursos Bióticos (INIREB), el cual contaba con el apoyo del gobierno de Veracruz y del CONACYT. Nos pareció que esa sería una buena oportunidad para reiterarle a López Portillo nuestras sugerencias sobre la necesidad de instrumentar una política de desarrollo para el trópico más humana y menos destructiva.
Por otra parte, negarnos a colaborar en la campaña del precandidato sería equivalente a cerrarnos las puertas y entorpecer cualquier comunicación con el gobierno federal entrante, ya que las elecciones para elegir presidente en México serían, al igual que habían sido siempre, solo una simulación.
La reunión se organizó en Villahermosa, Tabasco. En ella pudimos expresar diversos puntos de vista altamente críticos sobre la política de colonización y desarrollo del trópico. Se habló sobre los casos de Uxpanapa y de la Chontalpa. Al final, hubo una fuerte discusión entre algunos participantes y el público sobre el Plan Chontalpa, en especial sobre la deforestación que se había realizado para introducir la ganadería. Antes de retirarnos, el candidato se acercó para felicitarme y agradecer mi trabajo. Su tono fue amable y distinto al de nuestros encuentros anteriores en Uxpanapa.
La creación del INIREB
El Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos (INIREB) se creó en 1975, sin duda alguna como consecuencia del debate nacional que provocó el programa de reacomodo campesino de la cuenca del río Uxpanapa. Contó con el apoyo del gobernador de Veracruz, Rafael Hernández Ochoa, y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), y tenía como propósito incorporar en él las investigaciones sugeridas en las recomendaciones para reorientar el programa de Uxpanapa de la Comisión del Papaloapan.
Un siguiente acercamiento con el licenciado José López Portillo -ya como presidente de México- se dio gracias a una invitación del gobernador de Veracruz, para presentarle a él y al presidente los avances del nuevo instituto recién creado en Xalapa: el INIREB.
La ocasión se presentó en una visita del presidente a Veracruz, en la que pude explicar lo que estábamos construyendo. Los asistentes me oyeron con atención. Al despedirse, López Portillo me dijo en un tono muy afectuoso: “Tengo entendido que el señor gobernador está muy interesado en lo que están ustedes haciendo en Veracruz. Los felicito. Por favor, manténgame informado.” Tomé al pie de la letra esta petición, lo que permitió un rápido avance en la consolidación del Instituto.
En el proceso inicial del desarrollo del INIREB nos encontramos con fuertes impedimentos para atraer investigadores de la Ciudad de México a Xalapa. El más importante fue que el Instituto era una asociación civil sui géneris debido a sus principales asociados: el gobierno federal, el gobierno estatal, la UNAM, la Universidad Veracruzana y el CONACYT.
Esta situación restringía mucho la posibilidad de incorporar investigadores y profesores de instituciones públicas afiliadas al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), pues no estaban dispuestos a perder sus beneficios médicos y su pensión. Recordemos que las asociaciones civiles pertenecían al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Ante este problema, en una de las reuniones del Consejo Directivo del INIREB se planteó la posibilidad de que éste pudiera ser decretado como organismo federal descentralizado, con cierta autonomía y patrimonio propio. La idea fue aceptada e inició el proceso de elaboración de la propuesta para la aprobación del gobierno federal.
Al revisar el proceso de creación de organismos federales descentralizados nos enteramos que debía hacerse mediante decreto presidencial. Dado mi reciente encuentro con el presidente José López Portillo en Veracruz, me pareció que valdría la pena pedirle una entrevista para ponerlo al día en forma amplia de los proyectos del INIREB y pedirle su apoyo para que éste fuera convertido en un organismo federal descentralizado.
Lo consulté con el entonces gobernador Rafael Hernández Ochoa, quien estuvo de acuerdo en plantearlo directamente al presidente.
Hice la solicitud para tener una cita con José López Portillo por medio de la oficina de sus asesores. Allí trabajaba Cassio Luiselli, quien formaba parte del grupo de asesores del presidente y conocía bien nuestro trabajo.
Para mi sorpresa, recibí una llamada de la presidencia diciéndome que la entrevista estaba aprobada y que el presidente me recibiría durante diez minutos en una fecha próxima. Ante esa posibilidad, en el INIREB preparamos información en carteles (¡en ese tiempo no había PowerPoint!) sobre lo que estábamos haciendo, hacia dónde íbamos y lo que necesitábamos. En ese momento ya contábamos con varios proyectos avanzados.
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Arturo y Norma en la entrada de la primera oficina del INIREB. Se ubicaba en la calle del Heróico Colegio Militar, en Xalapa. Era la cochera del ex gobernador Murillo Vidal. Foto proporcionada por el M. en C. Sergio Avendaño Reyes, curador del Herbario XAL del Instituto de Ecología A. C. Autor: Lorin I. Nevling Jr. |
La entrevista se llevó a cabo y en diez minutos le presenté al presidente un resumen de lo más importante que se estaba realizando. Al final le expuse el problema de que el INIREB estuviera constituido como una asociación civil y nuestro deseo de convertirlo en un organismo federal descentralizado, no sólo para atraer más investigadores sino para ampliar las actividades, por lo que necesitábamos su apoyo.
Mi asombro fue inmenso cuando el presidente me dijo que estaba de acuerdo y que me pusiera en contacto con los licenciados Ugalde y Luiselli, de la asesoría de la presidencia, para que se hiciera todo lo necesario.
Al despedirme, le pregunté que si en otra ocasión podría tener un acuerdo con él para ponerlo al día del desarrollo del Instituto, ya como organismo federal descentralizado. Me dijo que sí, que pidiera una cita a sus asesores y que con gusto me recibiría.
No podía creer lo que había conseguido para el INIREB. Lo acordado con el presidente implicaba posibilidades enormes para ampliar la planta de investigadores y técnicos. También me di cuenta de que nuestro planteamiento y discusiones en defensa de los recursos del Uxpanapa no habían pasado desapercibidos por el entonces secretario de Hacienda.
Con este primer acuerdo con el presidente inició una nueva relación que nos permitió crear una institución de investigación aplicada importante en muy poco tiempo. El Decreto Presidencial que creaba al Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos salió publicado y fue sectorizado en el marco de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Se constituyó el Consejo Directivo del INIREB, encabezado por el entonces secretario de Educación, el licenciado Fernando Solana, y por un grupo de personalidades del ambiente académico y político.
Se integraron a este Consejo las organizaciones iniciales del INIREB, A. C.: el CONACYT, el gobierno del Estado de Veracruz, la Universidad Veracruzana y la UNAM.
Inició una nueva etapa para el Instituto, que coincidió con una era de crecimiento en México: el sorpresivo aumento de las ganancias del petróleo debido a la crisis mundial petrolera. Por unos cuantos años en México nos sentimos ricos y el problema principal era cómo administrar esta riqueza inesperada.
El nuevo INIREB creció en personal. Para alojarlo, tenía varias casas rentadas en Xalapa. Planteamos a nuestro Consejo la necesidad de contar con un edificio propio para acomodar los distintos programas, laboratorios y colecciones científicas, dándole a conocer el hecho de que el Instituto ya contaba con un bello terreno del antiguo Rancho Guadalupe, donado por el gobernador de Veracruz, para establecer un jardín botánico y las instalaciones futuras del INIREB.
El problema que quedaba era conseguir un presupuesto adicional para la construcción y el mobiliario necesario. El Consejo autorizó la realización del proyecto y el trámite de su financiamiento.
Decidí pedirle una cita al presidente de la República para informarle de los avances del INIREB y solicitarle su intervención para conseguir el financiamiento para la construcción de nuestro edificio con todo su equipamiento. Para este acuerdo ya habíamos avanzado mucho y estábamos creciendo rápidamente en proyectos en varias partes del país.
La cita se confirmó y tuve una nueva oportunidad de explicarle lo que estábamos haciendo. Le gustó el planteamiento y nos pidió ampliar la cobertura de las investigaciones a otras regiones.
Me dijo que era importante pensar en grande. Le mostré el proyecto del edificio que teníamos en mente para Xalapa y me pidió ponerme en contacto con el extinto Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE), con el objetivo de que esta institución nos construyeran el edificio y lo equipara. Le mostré la tarjeta que llevaba para este asunto, la tomó y la firmó. Me pidió llevársela a la oficina de sus asesores para que ellos le dieran seguimiento a su instrucción.
El comentario del presidente me preocupó mucho, ya que nos pedía crecer. Aunque esto sonaba fácil, había que meditar mucho en cómo debíamos crecer sin perder el objetivo central del Instituto: llevar a cabo investigaciones científicas y técnicas aplicadas en bien de las poblaciones rurales de escasos recursos.
Al regreso de mi acuerdo con el presidente José López Portillo, convoqué a una reunión con todo el personal para comentarle las buenas noticias y también mi preocupación por la sugerencia de aprovechar el momento para incrementar los proyectos y ampliar nuestra cobertura geográfica.
Veíamos que ésta podría ser una oportunidad única que estaría respaldada con los presupuestos adecuados. El reto de cómo administrar la riqueza para acelerar el desarrollo del país nos parecía irreal y así lo expresaron varios investigadores; sin embargo, la petición del presidente al INIREB de crecer era algo real respaldado con los presupuestos solicitados. Por ello me lo creí, como lo creímos muchos mexicanos.
Ante esta posibilidad, decidimos iniciar programas de investigación sobre recursos bióticos en el Bajío, Chiapas, Tabasco y Yucatán. Este fue el gran despegue del INIREB en el orden nacional. Nuestro edificio central en Xalapa se construyó totalmente equipado. El presupuesto aumentó considerablemente.
Al final del sexenio del presidente José López Portillo, los precios del petróleo empezaron a bajar y la anhelada abundancia se fue esfumando. El INIREB quedó fortalecido con un buen presupuesto que nos permitió trabajar bastante bien por unos años más. Sin embargo, el gusto duró poco.
El desarrollo del INIREB
Uno de los nuevos objetivos del INIREB era que formara parte de una iniciativa para descentralizar la investigación científica mediante la creación de nuevos centros de investigación en distintas áreas del país. El Instituto se estableció inicialmente en la ciudad de Xalapa, Veracruz, y en sus aproximadamente quince años de existencia marcó una pauta muy importante en la investigación aplicada sobre recursos naturales en México.
En los siguientes apartados me referiré con mayor precisión a algunos de los proyectos importantes del INIREB, como es el caso de las chinampas tropicales, los camellones chontales y las granjas integradas. Por lo pronto, solo mencionaré temas y actividades relevantes que marcaron la presencia de esta institución en diversos estados de la República.
Para poder entender mejor los resultados exitosos de esta institución es importante revisar algunos de los escritos iniciales que normaron su crecimiento y desarrollo. En un documento que se denomina “Filosofía, objetivos y metas del INIREB”, se exponen los principios que se mantuvieron durante la corta existencia de esta institución de investigación, entre los que mencionaré los siguientes:
1) Que se liguen en una sola institución los aspectos relacionados con la investigación científica, tecnológica, el desarrollo y la educación en todos los órdenes, en los temas relacionados con el uso, el manejo y la conservación de los recursos bióticos.
2) Que la investigación científica generada en el INIREB sirva de base para desarrollar proyectos de investigación aplicada y tecnológica; que, a su vez, éstos conlleven a realizar, directa o indirectamente, proyectos de desarrollo que empleen tanto las tecnologías elaboradas en el propio INIREB como aquellas disponibles que han sido producidas en México o en otras partes del mundo, que permitan hacer un mejor aprovechamiento de los recursos bióticos.
3) Que durante el proceso de generación de información científica hacia el sector productivo sea posible integrar a la educación en todos los órdenes. En otras palabras, se desea que la educación no se concrete solamente a un sector de la población o a un nivel, sino que la investigación desarrollada en el INIREB pueda integrarse con otros sectores de México, como los campesinos, los pescadores y otros trabajadores del campo, que usualmente han estado poco involucrados con los centros de investigación.
4) Que la investigación del INIREB se oriente hacia campos que, por sus temas, aseguren una mayor posibilidad de aplicación de los conocimientos para fines productivos.
5) Que los programas y proyectos del instituto que tengan la posibilidad de ser aplicados, den prioridad a los posibles usuarios de la investigación que representan a la gran mayoría de los mexicanos en las zonas rurales, como los campesinos y pescadores de escasos recursos económicos.
6) Que la investigación del instituto no tenga limitación alguna en cuanto a los recursos tecnológicos disponibles para producir la información. También que pueda emplear las herramientas más sofisticadas disponibles en el mundo para desarrollar ciencia de alta calidad, pero que la tecnología que derive de estas investigaciones comprenda o incluya opciones más económicas y sencillas, que permitan ser transferidas a un sector rural poco especializado.
7) Dado que los problemas de aprovechamiento de recursos bióticos no son esencialmente biológicos, se proyecta que el Instituto lleve implícito un carácter interdisciplinario y transdisciplinario, para encontrar soluciones a los problemas fundamentales del campo sobre el manejo y conservación de los recursos bióticos.
8) Que las acciones puedan llevarse a cabo en los sitios en donde los problemas ocurren. Se pretende dar un especial impulso a la descentralización de las acciones del INIREB, con lo que se contribuye también a la descentralización científica del país.
9) Un punto central del INIREB es propiciar la relación entre los científicos, técnicos y usuarios de la información científica y técnica con los líderes de decisiones políticas.
Con esta filosofía, el INIREB inició sus trabajos en la ciudad de Xalapa, en una forma modesta, como un instituto de investigación privado, una asociación civil que en realidad constituía una agrupación de diversas organizaciones gubernamentales y algunos centros de enseñanza superior.
Mediante estos objetivos ambiciosos y un presupuesto sumamente reducido se dio impulso a una serie de programas que involucraban:
- Investigación básica sobre la flora y fauna de México.
- Planeación ecológica del uso del suelo.
- Estudios ecológicos básicos.
- Desarrollo tecnológico de recursos bióticos.
- Ciencia y tecnología de la madera.
- Proyectos de ecodesarrollo de uso de recursos acuáticos.
- Investigación sobre la agricultura eficiente tradicional.
Otro programa del INIREB que tuvo gran impacto fue el posgrado que inició durante los últimos años de su existencia: la maestría en Ecología y Manejo de Recursos Bióticos, que incluía también las especialidades de Ecotoxicología y Conservación Ecológica.
Los novedosos programas del INIREB, orientados fundamentalmente a la aplicación de la ciencia para el mejoramiento del desarrollo rural, tuvieron bastante éxito y por ello se pudieron ir obteniendo recursos económicos importantes que permitieron lograr el desarrollo de actividades y contratar nuevo personal para emprender distintas labores en diversos sitios de la República.
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"Manglares en el cielo". Punta Herrero, Sian K'an, Quintana Roo. Una de las primeras Reservas de la Biosfera en México. Tomada del libro Las voces de la biodiversidad en México. Autor: Gabriel Gutiérrez Granados. 05/05/2007. |
Esto explica el rápido crecimiento que tuvo el Instituto, con la creación de centros especiales que fueron desarrollándose durante la evolución de esta iniciativa científica.
Entre estos centros puedo mencionar el Laboratorio de Ciencia y Tecnología de la Madera (LACITEMA), que se creó en Xalapa; el Centro de Recursos Bióticos de Tabasco, que se fundó en Villahermosa, principalmente en la zona de Nacajuca; el Centro de Recursos Bióticos de la Península de Yucatán, que se estableció en Mérida; el Centro de Investigación sobre Recursos Bióticos, que nació en Chiapas; el Centro de Recursos Bióticos de las Zonas Áridas, que tuvo como base Guanajuato; y una extensión para el estudio de recursos bióticos, que se fundó en el Valle de México.
Los programas del INIREB tuvieron muy buena aceptación, tanto en el orden nacional como internacional, lo que facilitó la atención institucional y el flujo de recursos económicos para el desarrollo de estas actividades.
Algunos de los proyectos importantes del INIREB fueron adoptados y difundidos dentro de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), quien también reconoció su papel en el desarrollo de las reservas de la biosfera en México.
Yo, como director del Instituto, llegué a ser presidente del Consejo del Programa El Hombre y la Biosfera de la UNESCO, también conocido como Programa MAB, y con ello pude colocar internacionalmente algunos de los proyectos de agroecología, así como el Programa de las Reservas de la Biosfera de México que, en conjunto con el Instituto de Ecología A. C., se desarrollaron en los estados de Durango, Chiapas y Quintana Roo.
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El agrosistema cafetalero de Xalapa. Autor: M. en C. Sergio Avendaño Reyes. Curador del Herbario XAL. Instituto de Ecología A. C. |
Varios de los estudios que se generaron en el Instituto fueron pioneros y así ha sido reconocido por la academia internacional. Ejemplo de ello son los trabajos sobre el agroecosistema cafetalero, desarrollado en Xalapa.
Este sistema tradicional diversificado, utilizado por los campesinos a pequeña escala, fue de los primeros que llamó la atención en el ámbito mundial. En él se usaba una diversidad de especies dentro de las pequeñas extensiones cafetaleras que ellos manejaban. Adicionalmente, se demostró la importancia de estos agroecosistemas al favorecer la diversidad de aves, orquídeas, musgos y muchos otros grupos de organismos. Varios años después se ha venido a redescubrir la importancia de estos ecosistemas en el mundo, pero el INIREB fue pionero en este tema.
Otros trabajos -como los relacionados con las granjas integradas, las chinampas y la agroforestería-, fueron el inicio de la agroecología como una disciplina moderna, con investigaciones que también llevaron la delantera en el orden mundial, la cual inició en México con los trabajos del INIREB y con los proyectos del Colegio Superior de Agricultura Tropical, en Cárdenas, Tabasco, encabezados por los doctores Stephen Gliessman y Roberto García Espinoza.
Otro programa que también tuvo gran impacto fue el Laboratorio de Ciencia y Tecnología de la Madera (LACITEMA), que se desarrolló en Xalapa bajo el liderazgo del doctor Ramón Echenique Manrique (q. e. p. d.), y se convirtió en el laboratorio más importante de investigación en maderas, especialmente tropicales, en el plano nacional. Sus investigaciones permitieron dar a conocer, con gran cantidad de información, la importancia de la madera en la construcción. Sus publicaciones sobre este tema fueron pioneras y siguen siendo referencias ampliamente utilizadas en la actualidad.
Lo mismo sucedió con todos los estudios relacionados con las características físico-mecánicas de las maderas mexicanas, en los que el LACITEMA jugó un papel fundamental en el país. Al respecto, no solo se desarrolló el conocimiento de las maderas, sino también su industrialización. Fue muy significativa la creación de una fábrica de mangos de herramientas en San Pablo Macuiltianguis, en Oaxaca, en donde se experimentó con la formación de una compañía campesina que los elaboraba.
Esta experiencia fue de gran importancia, pero también frustrante, ya que surgieron algunos problemas en la comunidad que impidieron el éxito de este proyecto. Sin embargo, fue notable el enorme potencial que tenía la transformación de las maderas en el sitio, para darles mayores ingresos a los campesinos y con ello favorecer también el cuidado de sus recursos forestales.
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Doctor Ramón Echenique Manrique. Cortesía del Instituto de Biología de la UNAM. |
Sin lugar a dudas, la contribución más reconocida del INIREB fue el establecimiento de los programas de desarrollo rural, que inició y desarrolló en varios lugares de la República por medio de su programa BioAqua, dirigido por el doctor en Sociología Héctor Luis Morales (programa que se describe en el capítulo sobre Granjas Integradas).
Otro tema digno de mención, entre las actividades del INIREB, fue el establecimiento de secundarias rurales experimentales, como parte integral de los proyectos de desarrollo rural que se estaban llevando a cabo por el Instituto, tanto en la costa de Veracruz, en la estación de La Mancha, como en los camellones chontales en la zona de Nacajuca, en Tabasco.
En ambas localidades se crearon, en colaboración con la Secretaría de Educación Pública, programas piloto de secundarias agropiscícolas, en las cuales se recibía a estudiantes que fueran hijos de campesinos y pescadores de la zona, para agregar a su enseñanza formal de secundaria, el conocimiento, aprovechamiento sustentable, manejo y conservación de los recursos bióticos de la región.
En su enseñanza colaboraban como profesores especiales los campesinos y pescadores locales, además de la participación de investigadores y técnicos de INIREB. Este proyecto tuvo un gran éxito por la calidad de los egresados, quienes se incorporaron rápidamente a sus propias comunidades con nuevas ideas y actividades.
Desafortunadamente, este programa piloto de la Secretaría de Educación Pública se terminó y, que yo sepa, no se ha vuelto a iniciar en ninguna otra parte. Debo dar crédito a la visión del doctor Emilio Rosenblueth quien, como subsecretario de Educación Pública, apoyó estas iniciativas educativas revolucionarias. El INIREB también fue pionero en la creación de bases de datos florísticos y geográficos. El Programa de la Flora de Veracruz (descrita en el capítulo 24) es ampliamente conocido, precisamente por el innovador uso de las computadoras en proyectos florísticos y geográficos.
Son muchas las actividades, programas e investigaciones que el INIREB tuvo en su corta vida institucional, pero sus publicaciones marcaron una pauta en el ámbito local, nacional e internacional.
Tal fue el caso de la revista Biótica, que fue publicada sin interrupción por cerca de 15 años, y el boletín INIREB-Informa, que incluía descripciones accesibles de los recursos bióticos potenciales de México y era transmitido en programas de radio y publicado en los suplementos dominicales de El Dictamen, de Veracruz.
El INIREB constituyó, sin duda, un experimento exitoso de investigación, educación y desarrollo que no ha sido suficientemente evaluado ni aprovechado.
El cambio de estafeta y su impacto en el INIREB
En el último año del mandato del presidente José López Portillo, la atención nacional se concentró en el nuevo candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de la República, el licenciado Miguel de la Madrid Hurtado. Dado el fuerte apoyo que había dado López Portillo al INIREB, decidimos organizar una reunión para agradecerle y darle a conocer lo que se había hecho durante su sexenio. El encuentro se realizó en Los Pinos. Ahí exhibimos carteles y fotografías, junto a los que varios investigadores del INIREB le presentaron sus programas, sin premura.
El futuro del INIREB nos preocupaba mucho, ya que temíamos no poder mantener el ritmo y los compromisos de trabajo. El colapso económico del país se veía venir, a pesar del triunfalismo de la campaña presidencial en pleno desarrollo. Nuestra única esperanza de seguir con los programas y proyectos iniciados era poder dar a conocer lo realizado al licenciado Miguel de la Madrid y obtener su apoyo. Esto aparentemente se dio cuando recibí la invitación del candidato De la Madrid a formar parte de su grupo de asesores, haciéndome responsable del Comité de Ecología y Medio Ambiente de su campaña.
Pensé que esta invitación me daría la oportunidad de colocarme en una posición importante, con gran potencial para convertir muchas de nuestras ideas y programas en un programa de gobierno y colocar al INIREB en una posición estratégica para la promoción ejecutiva de proyectos prioritarios ligados con la conservación ecológica y biológica, el manejo y uso sostenible de recursos naturales y muchos otros temas más.
Mi participación fue apoyada con mucho entusiasmo por los investigadores del INIREB, quienes se unieron y aceptaron colaborar conmigo en esta iniciativa. Me ayudaron a convocar a colegas de distintas instituciones nacionales para que participaran con nosotros, con la finalidad de crear un programa de gobierno en Ecología y Medio Ambiente.
Las actividades desarrolladas fueron muy interesantes y por primera vez en mi vida pensé que esto iba en serio y podíamos influir en el destino de México en estos temas. De acuerdo con las reflexiones sobre este capítulo sobre el INIREB que me envió mi querido colega (y ex director del Programa Bioaqua del INIREB), Héctor Luis Morales:
“En ese horizonte veíamos a la ciencia aplicada participando en el ordenamiento ambiental, en la protección de los recursos, en la responsabilidad de la Nación con los grupos marginados (campesinos y pescadores), dando orientaciones y diversos apoyos. Lo cual no ocurrió. La lógica de los científicos es muy distinta de la lógica de los políticos y la lógica de los productores y es difícil conciliarlas.”
El cierre del INIREB en 1988 por el Presidente Miguel de la Madrid tiene algunos antecedentes que quisiera recordar. La primera llamada de atención ocurrió a principios de la década de los 80, cuando ocurrió un desplome de la economía y el gobierno entró en un programa de austeridad profundo que sacudió al país.
El INIREB era, quizá, el más grande centro de investigación de la SEP-CONACYT y por ello sufrió una enorme disminución de su presupuesto. En especial, le pidieron eliminar los proyectos de desarrollo rural, ya que se dijo que duplicaba los trabajos de otras instituciones de investigación, como el INIFAP (Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias). Esto no era cierto, ya que el INIFAP desarrollaba proyectos muy diferentes.
También se pidió al Instituto suspender su programa de pequeños préstamos a productores comprometidos a colaborar en proyectos productivos de las granjas integradas, así como de otros proyectos productivos del INIREB. Esta suspensión obligó a cancelar (devolver el remanente) el donativo que el instituto obtuvo de la Fundación Interamericana de los Estados Unidos para financiar a los productores con mini-préstamos. Este programa de financiamiento pionero tuvo un gran éxito mientras funcionó.
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El doctor Arturo Gómez-Pompa presenta los resultados del INIREB al presidente José López Portillo. Archivo familiar. |
Debo reconocer que todos los productores cumplieron con el pago del préstamo en dinero o en especie. La desmoralización del personal fue notable y la gota que derramó el vaso fue la amenaza y eventual creación de un sindicato muy agresivo, que exigía aumentos de sueldo en un momento muy difícil para la institución.
Este hecho provocó una división interna muy profunda, que yo no me sentía preparado para poder resolver ante los embates presupuestales, la indiferencia gubernamental y las amenazas de huelga y plantones del sindicato. Siendo un organismo federal (verdaderamente) desconcentrado, con sus oficinas centrales en Xalapa, las autoridades federales no nos ayudaron y nos dejaron solos en un ambiente gubernamental estatal francamente hostil, que no se interesaba por la institución y cuyo gobernador en turno (Agustín Acosta Lagunes) había mandado mensajes de su poco interés por la ciencia mexicana y menos por la sobrevivencia de la institución.
Ante esta realidad angustiosa, interna y externa, decidí renunciar y ver si un cambio en la dirección del INIREB podría ayudar a mejorar sus posibilidades de subsistencia. Debo reconocer que en el proceso de rápido crecimiento y presencia nacional, el INIREB tuvo muchos admiradores y desafortunadamente también tuvo críticos, por el tipo de investigación-acción que desarrollaba, y quizá por envidias de haber logrado un presupuesto y una buena reputación en el orden nacional e internacional en muy corto tiempo; y por sus innovadores y avanzados programas de investigación, educación y desarrollo.
El cierre definitivo del INIREB fue lamentado en el plano nacional e internacional. Una nota sobre este deplorable suceso fue publicada en la revista Science. Felizmente la filosofía, así como algunas ideas, programas y proyectos de esta institución, fueron seguidas y mejoradas por varias instituciones, tanto del país como del extranjero. El World Resources Institute, de Washington, nos invitó a publicar un artículo sobre el origen y desarrollo de la institución en su Reporte Anual .
Algunas de las ideas originales del INIREB las hemos venido instrumentando en el CITRO (Centro de Investigaciones Tropicales) de la Universidad Veracruzana. Sin embargo, las posibilidades de crecimiento de esta institución dentro del país son poco probables, por su carácter estatal y sus enormes limitaciones institucionales y presupuestales.
Ante esta situación, se requiere crear algún centro similar al INIREB, de carácter nacional, que busque en forma seria y urgente las alternativas de desarrollo sustentable para las zonas rurales marginadas de México y que promueva las investigaciones científicas y técnicas que permitan aprovechar en forma conservacionista la diversidad biológica y ecológica del país.
En el capítulo 25 haré algunas reflexiones sobre mi frustrada experiencia, por creer que era posible influir con cambios en las políticas ambientales mediante la educación de algunos políticos en temas ecológicos y ambientales durante la campaña.
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El Jardín Botánico “Francisco Javier Clavijero” fue fundado el 17 de febrero de 1977 por el doctor Arturo Gómez-Pompa, cuando era director del INIREB. En él se estudia, cultiva y protege una colección de plantas tropicales, principalmente de Veracruz. Autor: M. en C. Sergio Avendaño Reyes. |
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Este Jardín Botánico fue dedicado a la memoria de Francisco Javier Clavijero, jesuita de la Nueva España, quien escribió, entre otras obras, la Historia Antigua de México, y fue un humanista que habló a favor de los indígenas. Autor de las dos fotografías: M. en C. Sergio Avendaño Reyes. |
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El Jardín Botánico “Francisco Javier Clavijero” incluye un arboreto y un jardín botánico de 38 hectáreas. Autor: M. en C. Sergio Avendaño Reyes. |
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De las 38 ha del Jardín Botánico “Francisco Javier Clavijero”, 30 son de bosque preservado en una antigua plantación de café y ocho se destinan a exposiciones botánicas. Autor: M. en C. Sergio Avendaño Reyes. |
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