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20. Chinampas tropicales
Antecedentes de los proyectos de construcción de chinampas en el trópico
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En 1975 fui invitado por Iván Restrepo -que en ese tiempo era director del Centro de Ecodesarrollo, dependiente del CONACYT- para participar en un estudio, con el propósito de sugerir nuevas estrategias que tuvieran un sentido ecológico para el Plan Balancán-Tenosique, que tenía a su cargo en esa época la Comisión del Grijalva de la Secretaría de Recursos Hidráulicos. Este Plan era uno de los varios que han existido en nuestro país para desarrollar la agricultura y la ganadería en el trópico cálido de México.
Sin embargo, cuando fuimos invitados a colaborar, el proyecto ya estaba bastante avanzado y gran parte de los recursos forestales de la región había sido removida mediante un desmonte masivo, lo que nos daba enorme desventaja en la búsqueda de alternativas. Por ejemplo, quedaba eliminada la opción de establecer un manejo de los recursos de las selvas para establecer silvi-industrias, lo cual fue una lástima, ya que nuestro equipo contaba con expertos en estos temas.
Nuestra investigación consistía en llevar a cabo estudios sobre flora, fauna y ecología de la vegetación de la zona. Buscábamos remanentes de la vegetación original. La idea era que, con base en esta información, pudiéramos encontrar algunas opciones productivas para mejorar el Plan y quizá reorientar algunas de las actividades del mismo. Este proyecto nos recordó al programa de reubicación campesina en el valle de Uxpanapa, al enfrentarnos una vez más con la errónea decisión de eliminar los importantes recursos forestales existentes para “preparar” las tierras para futuros agricultores y ganaderos.
Los estudios realizados confirmaron que gran parte de la zona tenía vocación forestal; por tal motivo, nuestra primera recomendación fue sugerir la puesta en marcha de un programa de reforestación con especies nativas de interés económico y también proteger los pocos manchones de selva original que aún quedaban, para poder conservar estos sitios como reservas de germoplasma para la reforestación. Otra de las opciones que sugerimos fue la de realizar algunas actividades agropecuarias que fueran ecológica y económicamente apropiadas, ya que aparentemente las experiencias propuestas por el Plan no habían sido muy satisfactorias.
Un hecho importante de mencionar es que había sido descubierto un buen número de sitios arqueológicos, lo que indicaba que la región había sido densamente poblada por los antiguos mayas. Esto nos hizo buscar el tipo de actividades agrícolas que pudo haber sido empleado por los mayas, y que favoreció su densidad poblacional.
Con esta idea en mente, revisamos las distintas zonas ecológicas de la región, en busca de aquellas que posiblemente hubieran sido usadas por los antiguos mayas para producir alimentos. Incursionamos en la literatura sobre sus sistemas de producción alimentaria. Nuestra búsqueda nos introdujo en temas fascinantes sobre dicha cultura y en los misterios de su agricultura y silvicultura. Este primer encuentro con sus sistemas de subsistencia marcó en mí una línea de investigación que orientó mi trabajo por muchos años en esa región.
En nuestra búsqueda de sitios con potencial para ser dedicados a la agricultura, analizamos distintos tipos de suelos que se encontraban en esta devastada región. Nos encontramos que buena parte de la zona estuvo cubierta por pantanos. La mayoría había sido drenada y una pequeña parte se mantenía en su forma original de pantano y se le consideraba como zona marginal, insalubre y no productiva.
Después de un muestreo en la zona y de platicar con los campesinos, aparentemente las mejores zonas de cultivo eran los suelos de vega de río, pero la cantidad disponible era relativamente pequeña. Los suelos de los pantanos drenados se ocuparon para la ganadería extensiva y una parte mínima para el cultivo de la milpa. Ninguna de estas opciones nos parecía novedosa.
Ante esta situación, nos quedaba solamente el pantano; así que analizamos las posibilidades de uso de los recursos ecológicos y bióticos de este ecosistema, como posibles alternativas productivas. Iniciamos los estudios sobre la flora y fauna del pantano e hicimos amplios recorridos para ver los diferentes tipos de vegetación acuática.
Una vez que contamos con la información sobre la flora de los pantanos, encontramos que varios géneros que actualmente existían en ese lugar eran los mismos o similares a los que había en las chinampas de la región de Xochimilco-Mixquic, en el Valle de México. Esta notable coincidencia de información florística ocurrió debido a que un estudiante mío (Raúl Venegas) llevaba a cabo un proyecto de investigación en las chinampas de Mixquic.
Con esta información, nos abocamos a diseñar un proyecto para crear nuevos agroecosistemas en los pantanos del Plan Balancán-Tenosique. Decidimos construir chinampas experimentales en algún pantano de la región, de la misma forma como se supone (por estudios históricos) que pudieron haberse levantado las primeras chinampas en el Valle de México.
Uno de los factores por los cuales decidimos reconstruir esta experiencia, además de la similitud florística mencionada, fue que los resultados de los análisis físico-químicos de los lodos de los pantanos del sitio escogido en Tabasco tenían características de fertilidad comunes con el llamado “agua-lodo” de las chinampas de Mixquic, y por ello podían ser utilizados de la misma forma como se usan en la agricultura chinampera tradicional.
La idea fue acogida con mucho interés tanto por la Comisión del Grijalva como por el Centro de Ecodesarrollo. Nos autorizaron la creación de chinampas experimentales en un pantano en la vega del río San Pedro, cerca de las oficinas de dicha Comisión. A principios de 1976 inició la construcción de las primeras chinampas tropicales modernas en nuestro país.
Dada nuestra falta de conocimiento de cómo crear chinampas, decidimos contratar a un chinampero de Xochimilco, el señor Julio Jiménez, recomendado por su hermano, el doctor Epifanio Jiménez, colega nuestro del INIREB. Nuestro experto chinampero fungiría como asesor y técnico en la construcción de las chinampas y también en la transferencia y adaptación de las técnicas del Valle de México a Tabasco. Recorrimos la región en su compañía, para seleccionar el sitio a las orillas del río San Pedro.
La tecnología chinampera
Para aquellos que no estén familiarizados con la chinampa, me permito hacer una breve descripción de lo que consiste la técnica chinampera, actualmente en funciones en el Valle de México.
El sistema chinampero implica la construcción de islotes de tierra en cuerpos de agua no muy profundos, en las orillas de lagos o pantanos. Para hacerlo se utiliza materia orgánica, lodo o cualquier material que permita consolidar estos camellones con su superficie por arriba del nivel del agua.
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Preparando el humedal en San Pedro, Tabasco. Autor: doctor Arturo Gómez-Pompa. |
Los islotes están circundados por canales de diferente ancho y profundidad. En ellos crecen plantas acuáticas que favorecen el crecimiento de la fauna y de microorganismos, lo que va produciendo en el fondo del agua un lodo orgánico muy abundante, rico en nutrientes, que es sacado con palas especiales por los chinamperos. Este lodo orgánico (llamado agua-lodo) se usa para formar almácigos en los que se siembran semillas de cultivos en pequeñas unidades de tierra, denominados “chapines”.
Los “chapines”, conformados por un suelo fértil y húmedo, favorecen la germinación de diversas especies. Después de un tiempo determinado para cada especie, el conjunto de “chapines”, llamado localmente “tlapacahual”, se transporta en canoas al sitio permanente de cultivo en la chinampa, o se vende a otros agricultores para su uso en zonas distantes.
La tierra de las chinampas, que es la que recibe los “chapines”, se prepara con mucho cuidado. Se mejora con estiércol, agua-lodo y plantas acuáticas, en especial con lirio y tule. Esta tierra se renueva en cada recepción de los “chapines”.
La agricultura chinampera constituye un proceso integral de producción agropecuaria y forestal. Incluye la pesca en los canales; la siembra de árboles en los bordos de las chinampas o la ganadería estabulada, alimentada con el rastrojo. El resto de los esquilmos agrícolas y el estiércol se emplean para mejorar la tierra. En otras palabras, se trata de un sistema diversificado intensivo, agrícola, pecuario y forestal, de altísima productividad. Algún autor estadounidense lo ha calificado como el sistema agrícola más eficiente que se conoce en el mundo.
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Chinampas prehispánicas. Tomada de: http://culturacolectiva.com/las-chinampas-paisaje-en-extincion/fig-3-pintura-de-una-chinampa-prehispanica/ Dominio público. |
Los resultados de nuestra experiencia chinampera en el Plan Balancán-Tenosique fueron obtenidos en pocos meses gracias a los conocimientos y entusiasmo de Julio Jiménez. Él no solo dirigió la construcción de las chinampas sino que seleccionó los cultivos con los que se ensayaría y consiguió semillas de varias especies cultivadas en Mixquic, que mezcló con semillas de cultivos locales.
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Construcción de chinampas en el río San Pedro. Autor: doctor Arturo Gómez-Pompa. |
En pocas semanas empezamos a cosechar chile, yuca, rábano, lechuga, col, calabaza, arroz, maíz, melón, sandía, alfalfa y frijol. La abundante producción de hortalizas se obsequió a visitantes y trabajadores que ayudaron en la construcción de las chinampas. El resto se vendió en un poblado cercano. El experimento fue un gran éxito: un suelo agrícola fue creado a partir de un pantano y se demostró la posibilidad de producir distintas hortalizas y otros productos.
Una característica fundamental fue que para todo el trabajo de creación de las chinampas en el pantano se empleó mano de obra. Lo más notable fue que los campesinos de la región vieron levantarse del pantano campos agrícolas que producían alimentos para ellos y sus familias, utilizando solamente los instrumentos que ellos tienen: palas, picos y, sobre todo, su fuerza de trabajo.
El resultado inicial de esta primera experiencia en la vega del río San Pedro, en Tabasco, fue rápidamente difundida por visitantes locales que habían seguido el proceso y divulgado la noticia de que una técnica sencilla, indígena, mexicana, había sido transferida con éxito a los pantanos de Tabasco.
Entre los visitantes estaban presentes servidores públicos de la Secretaría de Recursos Hidráulicos (Comisión del Grijalva) y del gobierno del Estado de Tabasco, quienes solicitaron que se replicara la experiencia en un sitio con mejor comunicación y cercano a Villahermosa, ya que donde se ubicaban las chinampas experimentales en el río San Pedro quedaba lejos y era de difícil acceso.
Ante esta petición y en coordinación con ellos, se escogió un sitio pantanoso a corta distancia de la población llamada El Espino, muy cercano a Villahermosa. Al gobierno del estado le urgía hacerlo con premura, dada la posibilidad de que el candidato del PRI a la Presidencia (José López Portillo) pudiera ver esta alternativa productiva para los pantanos de Tabasco, en una visita que tenía programada para noviembre de 1976.
Este nuevo proyecto fue un fracaso, ya que la información obtenida sobre el máximo nivel de inundación que nos dieron no fue correcta. Las chinampas en construcción se vinieron a pique debido a una precipitación pluvial que no solo inundó nuestras chinampas sino también la ciudad de Villahermosa.
El incidente pudo haber pasado desapercibido; sin embargo, no fue así. Una socióloga estadounidense de apellido Meyer fue contratada por el Centro de Ecodesarrollo para evaluar la experiencia chinampera del INIREB. Desafortunadamente, su trabajo se basó en una visita a El Espino, en donde se enteró del fracaso de estas chinampas y documentó la situación con entrevistas.
Fue muy desafortunado que la socióloga no hubiera visitado la experiencia de San Pedro. Esta primera crítica, infundada, sobre la experiencia chinampera en el trópico no nos afectó, pues lo realizado ya era conocido nacionalmente, pero no dejó de preocuparnos. Hasta la fecha no he podido saber la razón de su contratación ni los motivos de que no se hubiera entrevistado con nuestro equipo de chinamperos e investigadores y, que en cambio, se hubiera ensañado con un proyecto a todas luces fracasado.
Quizá más que el éxito inicial de esta experiencia, lo más importante fue que la idea de crear chinampas fue acogida favorablemente por los campesinos y por algunos investigadores. Esto permitió la réplica y adaptación de la idea por otras personas e instituciones, además de las iniciativas del INIREB.
El INIREB replicó esta experiencia en los estados de Hidalgo, en la Laguna de Tecocomulco, y en Veracruz, en la Laguna de la Mancha. En Tabasco, la experiencia generó el proyecto de Camellones Chontales, que será descrito en el siguiente capítulo.
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Chinampas en la estación biológica del INIREB. La Mancha, Veracruz. Autor: doctor Arturo Gómez Pompa. |
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Piscicultura en chinampas en la Laguna de Tecocomulco, Hidalgo. A la derecha, el biólogo Miguel Chávez, responsable de la construcción de chinampas experimentales en esta localidad, por parte del INIREB. Autor: doctor Arturo Gómez-Pompa. |
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