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18. Uxpanapa
El inicio de la ecología política en México. Reacomodo de tres mil familias indígenas chinantecas
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Uno de los acontecimientos profesionales más importantes en mi vida fue el caso del reacomodo de campesinos mazatecos y chinantecos en la cuenca del Uxpanapa y la absurda decisión de desmontar la selva para recibir a los campesinos por parte del gobierno federal. Mucho se ha escrito y discutido sobre este asunto y aún queda bastante por hacer. El caso sigue abierto y los ingredientes que lo detonaron continúan presentes. No pretendo hacer una recopilación de todo lo hecho y de los argumentos usados para justificar y criticar el proyecto original. Lo que sucedió en Uxpanapa no es único; ha sucedido en distintas partes del país. Las lecciones no han sido aprendidas. Por lo mismo, toca a los nuevos profesionistas, científicos y técnicos seguir luchando con la fuerza de la razón y el conocimiento para lograr el desarrollo conservacionista que tanto anhelamos para México y que tanto nos agradecerán las próximas generaciones.
Durante los inicios del proyecto Flora de Veracruz, al comenzar la década de los años 70, decidimos explorar diferentes sitios del estado para hacer colecciones botánicas que enriquecieran su conocimiento. Entre ellas, hicimos varias expediciones a zonas selváticas del sudeste de Veracruz, ya que eran lugares muy poco conocidos desde el punto de vista botánico. Las expediciones de colecta las organizaba yo. Con frecuencia aprovechaba la presencia del doctor Lorin Nevling a México para planear visitas a nuevos sitios en compañía de varios estudiantes de la UNAM que colaboraban con este proyecto y que, a su vez, organizaban sus propias expediciones botánicas a sitios que les sugeríamos.
A este programa de expediciones se unió Jesús Dorantes, un estudiante de Biología de la Universidad Veracruzana (UV). En cuanto supo del proyecto viajó a México para entrevistarse conmigo y ofrecer su colaboración, así como para establecer la posibilidad de incluir a algunos de sus compañeros y profesores de la carrera de Biología. Me pareció una excelente oportunidad para ampliar el área de exploración y, al mismo tiempo, dar apoyo a estudiantes interesados en los temas florísticos.
En una ocasión llegaron a mi oficina mis colaboradores de la Universidad Veracruzana con el propósito de darme a conocer un proyecto que había sido publicado en los periódicos de Veracruz. Se proponía colonizar la cuenca del río Uxpanapa, que era un área totalmente inexplorada por los botánicos. Esta colonización incluía una acción de deforestación masiva mediante un programa de desmonte con maquinaria pesada. Decidimos informarnos más al respecto y visitar la región para averiguar lo que en ella sucedía. Necesitábamos saber qué motivaba la decisión gubernamental de desmontar esta región de la cuenca del río Uxpanapa.
Nos enteramos que se planeaba reubicar a este sitio a un grupo de campesinos mazatecos y chinantecos, cuyas tierras se inundarían durante la construcción de la presa “Cerro de Oro”, en Oaxaca. Esa noticia nos preocupó muchísimo, dada la importancia botánica de la región del Istmo de Tehuantepec y lo poco que se sabía sobre esta decisión gubernamental. La región no era desconocida para mí, ya que hacía varios años había visitado las selvas de la cuenca del río Coachapa para hacer algunas colectas de barbasco.
Después de analizar la información disponible acerca del proyecto, decidimos investigar qué posibilidades habría de modificar o retrasar las acciones del planeado desmonte masivo, para poder conocer los recursos vegetales de la zona que podrían perderse. Si esto no fuera posible, al menos trataríamos de hacer algunos estudios florísticos previos al desmonte. Nos pareció que no sería fácil tener acceso a las autoridades responsables del proyecto, que eran la Comisión del Papaloapan y la Secretaría de Recursos Hidráulicos. También pensamos que era poco probable que Rafael Murillo Vidal, en ese tiempo gobernador de Veracruz, se interesara en el asunto. Por esas razones nos decidimos a contactar a la más alta autoridad del país: el licenciado Luis Echeverría Álvarez, presidente de la República.
En nuestra opinión, una carta dirigida a él podría ser una buena manera de llamar la atención sobre el asunto y de mostrar nuestra preocupación por la posible pérdida de recursos bióticos, aun desconocidos científicamente. En ella explicaríamos la importancia biológica de la zona y la pertinencia de realizar medidas ecológicas que favorecieran una colonización más racional, que permitiera el uso conservacionista de los recursos bióticos del lugar. También reiteraríamos nuestra disposición de llevar a cabo los estudios ecológicos y botánicos necesarios.
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Carta al presidente Luis Echeverría Álvarez 1. Archivo familiar. |
La carta fue redactada y firmada por mí y por mis colaboradores de la Universidad Veracruzana y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La enviamos a Los Pinos con una copia al director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), al gobernador de Veracruz, al Subsecretario de Recursos Forestales y de la Fauna, a los rectores de la UNAM y de la Universidad Veracruzana y al director del Instituto de Biología de la UNAM.
Para asombro nuestro, la carta llegó a su destino y el Presidente Luis Echeverría Álvarez turnó el asunto al director del CONACYT, Gerardo Bueno Zirión, con quien yo tenía una larga relación amistosa. Mi relación con el Consejo era buena, ya que formaba parte del Comité de Biología creado por su primer director, el ingeniero Eugenio Méndez Docurro. El licenciado Bueno me llamó y me dijo que le habían encomendado el asunto y que estaba en la mejor disposición de encontrar algún mecanismo de negociación con las autoridades correspondientes para que este reacomodo pudiera hacerse de la mejor manera posible, sin deteriorar de manera drástica el ambiente.
El licenciado Bueno convocó a una serie de reuniones a la que asistieron servidores públicos de la Secretaría de Recursos Hidráulicos. Recuerdo, entre ellos, al subsecretario, ingeniero Gerardo Cruickshank, y al vocal ejecutivo de la Comisión del Papaloapan, ingeniero Jorge L. Tamayo, cuyo trabajo como geógrafo conocía y apreciaba. De hecho, su presencia me permitía ser optimista de al menos lograr un entendimiento respecto a nuestra preocupación y, quizá, llegar a un acuerdo para realizar los estudios necesarios en la zona de Uxpanapa.
En esta primera reunión en la Secretaría participaron distinguidos científicos sociales, entre los cuales estaban Rodolfo Stavenhagen e Iván Restrepo. Expliqué lo mejor que pude la importancia de la zona y la necesidad de hacer bien este reacomodo de campesinos. Las autoridades nos expresaron sus puntos de vista y ofrecieron apoyar trabajos de investigación botánica y ecológica en la región, ya que habían recibido una instrucción expresa de la Presidencia de la República para resolver la cuestión.
Su respuesta a nuestro planteamiento fue francamente fría, en especial la del ingeniero Tamayo; sin embargo, la Secretaría de Recursos Hidráulicos ofreció financiar los trabajos de campo que llevaría a cabo la UNAM por medio del CONACYT. La propuesta nos dejó moderadamente contentos, ya que nos permitía ser pioneros en la elaboración de un estudio del posible impacto ambiental al proyecto que iba a desarrollarse.
Al estar de acuerdo, tanto la UNAM como el CONACYT, se hicieron las gestiones y los contratos correspondientes y llevé a mis colaboradores de la UV y de la UNAM a Uxpanapa para comenzar las actividades. A un lado de los tractores se hacían las entrevistas con campesinos y las colectas de las plantas, en una situación bastante difícil.
Ya iniciado el trabajo, nos percatamos de que no había la menor intención de tomar en cuenta nuestros estudios ni las recomendaciones que de ellos surgieran. Al hacerse el desmonte a gran velocidad, nuestras recomendaciones al final del primer año del estudio ya no tendrían ninguna posibilidad de discutirse y menos aún de ejecutarse. Aprovechamos una cláusula en el convenio que nos comprometía a desarrollar un Plan de Gran Visión al inicio de los trabajos.
Ante esta situación, lo único que podíamos hacer era adelantar nuestras recomendaciones. Para ello decidí invitar a varios investigadores de gran prestigio en México, expertos en diversos temas relacionados con el problema del reacomodo y el uso de los recursos bióticos. Les pedí que nos ayudaran, de manera urgente, a documentar algunas recomendaciones que ya teníamos en mente y que eran muy obvias.
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Desmonte en la selva de Uxpanapa, Veracruz, Ca. 1975. Autor: Bulmaro Bazaldúa Baldo. |
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Troncos de ceiba de Uxpanapa, Veracruz. Ca. 1975. Autor: Bulmaro Bazaldúa Baldo. |
Nos parecía absurdo desmontar la selva en beneficio de unos cuántos contratistas madereros, con el pretexto de preparar el suelo para la agricultura de los reacomodados, en lugar de usar los recursos forestales como capital natural para el bienestar de las comunidades. Lo que nosotros pedíamos era detener este programa masivo de deforestación en proceso y ensayar algunas otras posibilidades de uso del suelo y de sus recursos de una manera más acorde con los intereses de los campesinos.
Las recomendaciones salieron a los dos meses de nuestro inicio y fueron entregadas a las autoridades correspondientes (ver artículo en Biótica 4. Ficha al final, en la bibliografía recomendada por capítulo). Con esto nosotros pudimos poner en jaque al nefasto proyecto del reacomodo y contar con el apoyo de distintas instituciones y personas.
Cual sería nuestra sorpresa cuando a los pocos días, en un desplegado a toda plana del periódico Excélsior, el vocal ejecutivo de la Comisión del Papaloapan expresaba su punto de vista respecto al proyecto ‘ejemplar e histórico’ que se estaba llevando a cabo en nuestro país, al hacer el reacomodo de campesinos oaxaqueños a la cuenca del río Uxpanapa en Veracruz, con el respaldo y la asesoría de prestigiados investigadores de la UNAM.
Al ver este desplegado nos quedó claro que nos estaban tomando el pelo y nos sentimos muy molestos. Decidí llamar a un amigo periodista, que nos había ayudado en el pasado a difundir algunas investigaciones de la UNAM y le pedimos que nos apoyara para hacer una aclaración, indicando que estábamos totalmente en desacuerdo con el desplegado que había publicado la Comisión del Papaloapan, y que nuestras recomendaciones no habían sido escuchadas ni tomadas en cuenta.
Esta nota periodística de crítica a la Comisión del Papaloapan apareció también en el periódico Excélsior, y se armó el gran conflicto. Me llamó el director del Instituto de Biología, de parte de la rectoría de la UNAM, para decirme que nunca más hiciera una declaración periodística atacando al gobierno federal sin consultar antes con las autoridades universitarias, ya que la relación entre éste y la Universidad era sumamente frágil. El conflicto de 1968 era reciente.
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Posición del gobierno de Echeverría frente al reacomodo de comunidades indígenas oaxaqueñas (Ver texto transcrito en el Anexo 1). |
En contraste con este hecho, el licenciado Bueno Zirión decidió tomar el asunto en sus manos y defendió la posición de la Universidad ante la Secretaría de Recursos Hidráulicos en una serie de reuniones que fueron, en cierta forma, históricas, ya que en algunas de ellas asistió el propio presidente de la República. Nos esmeramos presentando información sobre fauna, maderas y suelos para fundamentar nuestra posición y demostrar nuestra clara visión de lo que se tenía que hacer al respecto.
Mientras se daba este primer encuentro con las autoridades, los trabajos de campo continuaban, al igual que los estudios en la zona. Mis colaboradores hacían exploraciones en la región y encuestas con los campesinos. Logramos una conexión con los indígenas mazatecos y chinantecos que estaban llegando a colonizar o a visitar la zona, ya que el proceso de reacomodo tardaría un tiempo. Encontramos que todo lo que estaba haciendo la Comisión estaba bastante mal planeado. Ser actores directos de este proceso de investigación nos permitió comprender que la situación era mucho más delicada y complicada de lo que aparentaba ser. Los campesinos no estaban de acuerdo con el reacomodo ni tampoco con la forma en que se estaba realizando: les estaban entregando parcelas deforestadas previamente por la Comisión de Desmontes. La madera ya se había vendido y los suelos quedaban empobrecidos, debido a que no habían sido manejados para poder utilizarse para fines similares a los que ellos tenían en la zona de donde venían, en Oaxaca.
Con el apoyo del CONACYT toda esta situación quedó documentada en una película que asesoraron el escritor Fernando Benítez y el reconocido periodista Manuel Buendía Tellez-Girón, en ese tiempo director de Prensa y Relaciones Públicas del CONACYT. La película ha sido considerada como un documento histórico que refleja con toda claridad la falta de visión y honestidad de funcionarios federales y empresarios, la preocupación de los campesinos por su futuro y el papel de los científicos.
El presidente de la República nombró a José López Portillo, secretario de Hacienda, como responsable de tomar las decisiones necesarias ante el conflicto entre la Universidad, el CONACYT y la Secretaría de Recursos Hidráulicos. Fue una sorpresa para mí este nombramiento, ya que el susodicho aparentemente no tenía antecedentes de la situación de Uxpanapa.
Mi primer contacto con él fue una invitación que recibí para acompañarlo a la Cuenca del Papaloapan. Supuse que durante el viaje tendría la posibilidad de discutir el conflicto con él, ya que el vocal ejecutivo de la Comisión del Papaloapan, el ingeniero Jorge L. Tamayo, era también responsable del reacomodo de los campesinos de la presa Cerro de Oro al Valle del Uxpanapa.
El viaje se realizó; sin embargo, no hubo espacio para discutir el asunto. Por un momento llegué a pensar que el recorrido había sido planeado para que el secretario López Portillo conociera el trabajo de la Comisión del Papaloapan, institución responsable del reacomodo campesino en el valle del Uxpanapa. Nunca entendí la razón de su invitación, porque en realidad de lo único que se trataba era de que el secretario de Hacienda visitara la Comisión del Papaloapan y la Papelera de Tuxtepec. Recuerdo que, al despedirme, el entonces secretario de Hacienda me ofreció consultar su agenda para discutir en otra ocasión el asunto pendiente.
Hubo una segunda invitación para otra gira, en la cual se suponía que tendríamos una reunión formal y hasta sobrevolaríamos la zona de reacomodo en el Uxpanapa. No pudimos hacer el sobrevuelo por el mal tiempo y tuvimos que quedarnos en el aeropuerto de Oaxaca. Durante nuestra espera pude comentarle al secretario algunas de las recomendaciones e insistirle en la importancia de organizar una reunión formal a la brevedad. Le hablé también de la conveniencia de invitar a los contratistas que habían hecho los estudios que avalaban los programas de desmonte, forestal y agrícola de la zona.
Finalmente se concretó la fecha de la reunión en Uxpanapa. En ella se haría la presentación formal de nuestras recomendaciones y asistirían representantes de las compañías y organizaciones responsables del programa de reacomodo. Solicité la participación de dos científicos que habían colaborado en el proyecto de la UNAM: el doctor Ramón Echenique Manrique, especialista de la UNAM en maderas tropicales, y el doctor Gonzalo Halffter, ecólogo destacado del Instituto Politécnico Nacional (IPN), co-vocal del Programa Indicativo de Ecología Tropical del CONACYT y conocedor del problema y de nuestras recomendaciones.
El objetivo de esta reunión era confrontarnos directamente con el secretario de Hacienda, con los directivos de la Comisión del Papaloapan y de la Subsecretaría Forestal, así como con algunos empresarios contratados por el gobierno para el desmonte.
Relataré una anécdota de cómo fuimos tratados durante el viaje al sitio de la reunión: las personas encargadas de la logística no podían ocultar que no éramos bienvenidos, a pesar de que la reunión se hacía por nosotros. Nos acomodaron a Gonzalo Halffter y a mí en un vehículo y nos mandaron por delante. Al entrar en el camino de la zona de reacomodo nos percatamos que había un grupo de mamparas con carteles informativos, ante lo cual pedimos al chofer que se detuviera un momento para poder leerlas. Nos indicó que se le había ordenado llevarnos directamente al campamento en donde se haría la reunión. Sin embargo, ante nuestra insistencia, detuvo el vehículo y pudimos ver el contenido de los carteles: era información del proyecto de reacomodo, con descripciones sobre las inversiones, viviendas, proyectos agrícolas, forestales, etcétera. Al parecer, el objetivo era que el licenciado José López Portillo y sus acompañantes vieran y oyeran las explicaciones del programa de reacomodo sin nuestra presencia.
Decidimos esperar a la comitiva para enterarnos de lo que tenían planeado para esta visita. Su idea era parar en los sitios en donde estaban los carteles para que el personal responsable del reacomodo de la Comisión del Papaloapan y de la Subsecretaría Forestal explicara el programa.
Ante esta situación, le pedí al licenciado José López Portillo que me permitiera aprovechar la oportunidad para darle nuestra opinión de algunos puntos de cada exhibición que tuvieran que ver con nuestras recomendaciones. El entonces secretario de Hacienda aceptó y escuchó con atención nuestras críticas y recomendaciones. Para asombro nuestro, no hubo debate, sólo algunas preguntas. Después de dos o tres exposiciones, se sintió una gran tensión y descontento en la comitiva debido a nuestras intervenciones. No hubo ninguna cara sonriente.
En una de las paradas, tuvimos que hacer un descanso sanitario a la orilla del camino. Cuando regresamos, el vehículo ya se había ido. Nos quedamos Gonzalo Halffter y yo, en el camino, preguntándonos “¿y ahora qué hacemos?.” No quedaba otra que caminar, conseguir un “aventón” o esperar a que regresaran por nosotros. Para nuestra sorpresa, otro vehículo de la comitiva, que seguramente se había retrasado por los mismos motivos, pasó por donde estábamos nosotros y le hicimos señas para que se detuviera.
En esa camioneta viajaba el licenciado López Portillo con algunas personas cercanas a él. Le hicimos saber nuestro disgusto por lo acontecido y reanudamos nuestro viaje. Nadie nos dio una explicación ni una disculpa. Con este antecedente llegamos a la reunión formal en uno de los campamentos, en la que reiteramos nuestras recomendaciones y nuestras críticas.
Considero que esta reunión fue un éxito absoluto para nosotros, ya que los estudios realizados fundamentaban con toda claridad nuestros argumentos. Dimos a conocer los estudios florísticos y ecológicos realizados por investigadores y estudiantes de la UNAM y de la UV (que fueron publicados posteriormente en varios números de la revista Biótica del Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos (INIREB).
Al terminar el encuentro, las autoridades invitadas a defender el proyecto se levantaron molestas. En contraste, el licenciado José López Portillo nos felicitó por el trabajo realizado y nos indicó que, en próxima fecha, tendríamos más información del futuro del proyecto. Nunca supe que quiso decir con esto. Mi relación con él en esa etapa se hizo muy distante. Jamás se pronunció públicamente a favor o en contra del programa de reacomodo. Sin embargo, consideré su falta de pronunciamiento como una aprobación.
Este fue un parteaguas, a partir del cual se intensificaron las hostilidades. ¡Fue terrible! Recibía telefonemas en los que amenazaban a mi familia y a mí si no nos callábamos. Asimismo, decían que los estudiantes que teníamos trabajando en Uxpanapa iban a pagar las consecuencias. En una ocasión recibí una amenaza tan clara y directa, que al día siguiente fui a ver al director del CONACYT para pedirle que hablara con el presidente de la República.
Al mismo tiempo le solicité a Antonio Lot Helgueras -mi principal apoyo en el trabajo de campo- que alquilara una avioneta en Minatitlán y sacara a todas las personas que teníamos allá, pues no estaba dispuesto a exponerlas al peligro. Antonio lo hizo. Algo parecido me han comentado que sucedió en Veracruz con mis colegas de la Universidad Veracruzana, quienes fueron amenazados para que no continuaran criticando el proyecto.
Las conversaciones concluyeron e inició el proceso de transición de la Presidencia de la República, en donde el licenciado José López Portillo era el candidato. La noticia nos cayó como agua helada, pues recordamos nuestra mala experiencia en Uxpanapa y nuestro fallido intento de resolver el conflicto con información científica y diálogo.
Por ese mismo tiempo yo tuve entrevistas con el futuro gobernador de Veracruz, el licenciado Rafael Hernández Ochoa, con quien planeábamos crear lo que llegaría a ser el Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos (INIREB), en Xalapa, Veracruz. En una de las pláticas con él, me pidió que le informara a fondo lo que había pasado en Uxpanapa. Lo puse al tanto. El me aseguró que, como gobernador de Veracruz, no iba a permitir que eso continuara, que estaba totalmente de acuerdo con nosotros y que pondría un alto a ese ecocidio, como él llamaba a la pérdida de selvas del Uxpanapa.
Todo esto se convirtió en una experiencia única. Se publicaron artículos en los periódicos. Muchas personas encontraron la manera de apoyar la posición de la Universidad en el asunto de Uxpanapa.
Una vez que Rafael Hernández Ochoa asumió la gubernatura de Veracruz, pidió una reunión con el vocal ejecutivo de la Comisión del Papaloapan, solicitándole información acerca de la situación futura. Ésta fue la última reunión que se tuvo sobre el tema y se llevó a cabo en Uxpanapa. El mismo día en que se realizaba esa reunión, se me presentó una emergencia familiar que me obligaba a volver de inmediato a la Ciudad de México. Por ese motivo arreglé lo necesario para que al término de la junta pudiera yo abordar alguno de los helicópteros de la Comisión del Papaloapan a Ciudad Alemán y de ese lugar irme en vehículo a México.
La reunión se volvió muy tensa y además llovía muy fuerte. En ella discutieron acaloradamente Hernández Ochoa y Jorge L. Tamayo. Los ánimos se caldearon y todo concluyó sin que se llegara a ningún acuerdo. Uxpanapa generó una discusión muy profunda entre distintas autoridades, y entre éstas y la comunidad científica.
Al despedirme del gobernador, me preguntó cómo pensaba viajar. Le comenté que en alguno de los helicópteros de la Comisión del Papaloapan. Me dijo entonces que sus pilotos recomendaban que no saliera por aire. Llovía muy fuerte y el cielo estaba sumamente cerrado; por ello resultaba peligroso viajar. Me sugirió que regresara por tierra con ellos, pues de Córdoba podría tomar un vehículo que me llevara a la Ciudad de México. Así lo hice.
Al día siguiente me llevé una enorme sorpresa: los periódicos informaban que el ingeniero Jorge L. Tamayo y algunos de sus colaboradores se habían accidentado en el helicóptero y que todos los pasajeros habían muerto. Probablemente ese era el helicóptero que yo iba a abordar el día anterior.
Aquí termina este capítulo para mí, aunque en realidad nunca concluyó totalmente. Hasta la fecha, la región de Uxpanapa sigue siendo un problema activo. La pobreza continúa, las majestuosas selvas prácticamente desaparecieron, el paraíso agropecuario prometido no llegó. Lo que queda en buen estado de conservación son algunos manchones sobre los cerros que deberían ser protegidos con urgencia.
La tarea pendiente debería ser la restauración ecológica de los ecosistemas abandonados y degradados de la región. Las recomendaciones que hicimos hace más de 35 años (Gómez-Pompa, 1979) siguen siendo válidas, no sólo para Uxpanapa sino para las escasas regiones selváticas que aún tenemos en el trópico mexicano. Uxpanapa. sin lugar a dudas. fue el inicio real de lo que llamaríamos la ecología política en México.
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Río Solosúchil, región de Uxpanapa,Veracruz. Autor: Bulmaro Bazaldúa Baldo. |
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