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Mi vida en las selvas tropicales

26. En busca de nuevas oportunidades Estancias en Italia y Francia
Bellagio, Italia

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Ante los problemas causados por la crisis económica del país y mi fracaso por tratar de participar en la política ambiental gubernamental, decidí tomar un período sabático en 1983 y 1984. Hice solicitudes a varias organizaciones. La primera que respondió positivamente fue el Centro Bellagio de la Fundación Rockefeller, el cual me ofreció una estancia en un famoso sitio ubicado en la población de Bellagio, a orillas del Lago de Como, en Italia. La propuesta que me aprobaron fue la de escribir un libro sobre los recursos bióticos de México, para lo cual debía basarme principalmente en mis experiencias en el INIREB.

Sin duda alguna, esta beca se convirtió en una de mis experiencias más memorables, sobre todo por la belleza del lugar, la elegancia de las instalaciones y el servicio. Mi único compromiso era trabajar en mi libro durante un mes y convivir con un pequeño grupo de otros becarios por el mismo período. La invitación incluía a las esposas o esposos. El palacio en que nos alojábamos había sido donado por una millonaria estadounidense para crear un centro de estudios internacional.

Según me informaron, la donación incluía recursos para su mantenimiento y el único requisito consistía en que todo el personal continuara a cargo del funcionamiento del palacio, lo que incluía desde los jardineros y meseros hasta el chef. El palacio tenía una enorme cava de vinos italianos y una enorme colección de discos de Franz Liszt.

Padres de Arturo Gómez-Pompa
Centro Rockefeller en Bellagio, Italia. Autor: Dr. Thaler György.

 

Cada becario tenía un sitio privado para desarrollar su trabajo. Mi oficina estaba conectada a mi recámara con vista al lago y los jardines. Un pintor becado tenía su estudio en el jardín. Por las noches teníamos una reunión social previa a la cena, en donde cada uno platicaba de su proyecto por unos minutos.

Fue una experiencia muy enriquecedora y en poco tiempo hicimos buenas amistades. Las especialidades de nuestros compañeros incluían: un escritor que trabajaba en una biografía del filósofo George Santayana; un antropólogo que estudiaba máscaras de Bali; un pintor, una historiadora de Shakespeare, un director de una organización no gubernamental dedicada a la salud y un economista.

El primer borrador del libro fue producido en Bellagio y publicado poco tiempo después (Gómez-Pompa, A. 1985. Los Recursos Bióticos de México. INIREB y Editorial Alhambra Mexicana).

UNESCO

Durante mi estancia en Bellagio recibí la llamada de un funcionario de la UNESCO para invitarme a presentar una solicitud a esa institución para el cargo de director del Departamento de Ciencias Ecológicas. Este puesto había quedado vacante por la renuncia de su director, el doctor Francesco di Castri, quién había decidido aceptar un puesto de profesor en la prestigiada Universidad de Montpellier. Me indicó que el propio Di Castri había sugerido mi nombre, lo que también había sido respaldado por otras personas. Le dije que lo iba a pensar y que le contestaría en unos días.

Debo confesar que fue una sorpresa muy agradable y totalmente inesperada. También implicaba residir en París y cambiar mi actividad académica por la de administrador de un programa internacional. Vivir en Francia con las prestaciones de Naciones Unidas era una posibilidad muy atractiva; sin embargo, el trabajo administrativo del puesto no era muy claro para mí.

Después de algunos días de meditar los pros y contras del ofrecimiento, decidí hacer una contrapropuesta. Llamé al funcionario de la UNESCO (creo que se apellidaba Kadura) y le dije que como no estaba seguro de lo que implicaba el puesto, le proponía dar asesoría en asuntos ecológicos por un corto tiempo, para conocer y entender las actividades y responsabilidades del puesto por ocupar. Con base en esta experiencia, yo podría saber si me interesaba o no el puesto vacante y también la UNESCO podría decidir si yo era la persona indicada.

El señor Kadura me indicó que consultaría mi propuesta y que se comunicaría conmigo en el menor tiempo posible. A los pocos días me llamó para decirme que estaban de acuerdo con mi propuesta de incorporarme como asesor para la División de Ciencias Ecológicas y del programa El hombre y la biosfera (MAB). Me indicó que querían que me integrara a la brevedad posible. Le indique que tendría que terminar mi estancia en Bellagio y regresar a México por unos días para preparar mi traslado a París. Así se hizo.

Dado que mi contrato era por corto tiempo, mi traslado a Francia lo realice sin problemas. El primer mes lo pasé en un hotel cerca de la UNESCO y posteriormente alquilé un increíblemente bello apartamento finamente amueblado cerca del Arco del Triunfo, en la Avenida Wagram. Los dueños eran una pareja de franceses de la tercera edad que tenían otra casa en la provincia, y ocasionalmente rentaban su departamento a personas recomendadas por la UNESCO. Tuve la suerte de que me lo rentaran y me lo dejaron totalmente amueblado, incluyendo vajillas, cuadros, jarrones finos, espejos y un piano.

Mi recibimiento en las oficinas de la División de Ciencias Ecológicas, que incluía al MAB, fue muy bueno, ya que la mayoría del personal profesional me conocía por mi trabajo en el Comité Mexicano del MAB. La organización que dejó Francesco di Castri me pareció muy bien pensada. Cada uno de los proyectos principales del MAB tenía a una persona como responsable, quien coordinaba los proyectos propuestos por los países participantes.

Para poder darme cuenta de las posibilidades de llevar a cabo nuevas iniciativas en el MAB, ya que eso era un factor que definiría mi decisión de proseguir con el proceso de incorporarme o no a la División, decidí ir sugiriendo proyectos nuevos, tanto administrativos como académicos, mismos que me habían parecido relevantes para el buen desarrollo del MAB. Platicaba sobre estas iniciativas con el personal y se las turnaba al director interino de la División, el doctor Berndt von Droste, para conocer su opinión y las posibilidades de su instrumentación.

Entre ellas quisiera mencionar la iniciativa de crear un sistema de información por parte de la UNESCO para la comunidad internacional del MAB. Esta iniciativa incluía promover inventarios de la biodiversidad de las reservas de la biosfera del mundo, con el apoyo de los grandes herbarios y museos de historia natural, y la creación de un banco de datos compartido con un mínimo de información para cada taxón.

La iniciativa se basada en mi experiencia con la creación del banco florístico computarizado de la Flora de Veracruz y el interés que existía por conocer la diversidad florística bajo protección en el planeta. Yo veía en ese proyecto un estímulo a proyectos de campo para levantar inventarios florísticos, y un gran apoyo a muchas instituciones botánicas en diversos países. Me pareció que los grandes herbarios del mundo recibirían un buen estímulo con un proyecto de esta naturaleza.

Me entrevisté con los directores de herbarios y museos en varios países de Europa y con algunas delegaciones oficiales ante la UNESCO de países participantes en el MAB para saber si esta iniciativa pudiera tener interés. La respuesta fue muy positiva, pero el gran problema era de dónde saldría el financiamiento para su instrumentación. Mi idea era que cada país financiara una parte importante de los inventarios de sus reservas de la biosfera y que buscaran recursos complementarios con organizaciones internacionales.

La UNESCO haría su parte en la consecución de recursos para los países y organizaciones participantes. Esto sonaba bien; sin embargo, tenía que responder a preguntas como las siguientes: ¿Quién en la UNESCO podría aprobar este proyecto y otorgar un presupuesto inicial para planearlo? ¿Quién tomaría el liderazgo del proyecto?

En mi búsqueda de respuestas me enteré de que la UNESCO tenía grandes dificultades financieras, ya que en ese tiempo Estados Unidos se había retirado de la misma, aduciendo una mala administración y burocracia, de lo que resultó en una reducción considerable del presupuesto. A pesar de esto, el Comité MAB de los Estados Unidos siguió funcionando (dentro del Instituto Smithsoniano de Washington) y participando con proyectos, lo cual abría una posibilidad para mi propuesta. Además, los Estados Unidos poseían una gran concentración de herbarios y museos, que constituirían un recurso indispensable para el proyecto.

Todos los entrevistados se mostraron muy interesados, pero nunca fue claro para mí cómo conseguir los recursos para iniciar los trabajos. El sueño de iniciar un inventario de la diversidad florística de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera quedó pendiente.

Otro proyecto que inicié fue hacer una evaluación de los conocimientos existentes sobre la regeneración y manejo de selvas tropicales. El tema era de gran importancia y yo contaba con mucha información, con base en nuestros trabajos en la Estación de Biología Tropical “Los Tuxtlas” de la UNAM. Me pareció que una revisión en el orden mundial nos daría mucha información para planear nuevas iniciativas hacia el futuro.

Este proyecto encajaba muy bien con el proyecto prioritario del MAB sobre ecosistemas tropicales, para el cual existía presupuesto. Se decidió hacer una primera reunión de planeación y otra abierta a los comités MAB internacionales. La primera fue organizada por mí en el Laboratorio Forestal de la Universidad de Harvard (Harvard Forest) y la segunda en Venezuela. Producto de este proyecto fue la publicación del libro: Gómez-Pompa A., T.C. Whitmore & M. Hadley (eds). Rain forest regeneration and management. MAB Series. Vol. 6. Parthenon Publishing Group.

Mi extraña candidatura a la Dirección General del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)

Durante los viajes en los que gestionaba algunas iniciativas para la UNESCO me enteré que mi nombre había sido sugerido como un posible candidato a la Dirección General del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y que varios países habían dado su visto bueno a esa sugerencia.

En una visita a París del presidente del Comité MAB de los Estados Unidos, me ratificó la noticia de que mi nombre se mencionaba para esa posición y me comentó que el Departamento de Estado de los Estados Unidos podría apoyarme, pero que era necesario que el gobierno mexicano hiciera la propuesta formal y llevara a cabo un cabildeo amplio, especialmente con países de Asia y África. También me informó que el señor Mostafa Kamal Tolba, su director en ese momento, había manifestado su interés por reelegirse y era fuertemente apoyado por el presidente de Egipto.

Ante esta noticia, mis planes inmediatos en París cambiaron radicalmente, ya que veía esta posibilidad como una oportunidad increíble para mi carrera en el tema ambiental internacional.

Mi gran preocupación era que mi relación con el gobierno de Miguel de la Madrid no era muy buena, en especial con las autoridades de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE). Este distanciamiento se dio después de casi un año de mi trabajo como coordinador del tema ambiental en la campaña de Miguel de la Madrid por la Presidencia de la República, en la cual yo tuve la ingenua aspiración de ser nombrado titular de la oficina que desarrollaría el tema ambiental y distintos programas relacionados.

Al nombrar el presidente al licenciado Marcelo Javelly Girard, el medio político concluyó que yo había tenido un enfrentamiento con De la Madrid y por ello me marginó. Desafortunadamente, el rumor se expandió y afectó mi trabajo como director del INIREB y esto influyó en mi decisión de salir del país y de buscar otras oportunidades.

Estando en París, recibí el mensaje de que una persona de Relaciones Exteriores de México quería platicar conmigo respecto a mi candidatura a la dirección del PNUMA. Viajé a México y me entreviste con la señora Teresa Márquez de Silva Herzog, quien había sido designada por la Secretaría de Relaciones Exteriores y por la SEDUE para preparar mi candidatura en forma oficial.

Nos entrevistamos un par de veces, le di mi información personal y en especial la que yo había recabado extraoficialmente de países que habían expresado su posible apoyo a mi candidatura. Regresé a París y no tuve ninguna comunicación con ningún servidor público del gobierno mexicano. Pocos meses después me enteré de la reelección del señor Tolva y también del hecho de que nuestro gobierno jamás envió mi candidatura formal. Aún cuando yo veía remota la posibilidad de ganar ese puesto, el hecho de ser candidato me pareció un honor indiscutible y por ello lo incluyo en esta autobiografía.

Después de pasar varios meses en París me di cuenta de que el puesto por solicitar en la UNESCO no era lo que me atraía y tomé la decisión de terminar mi contrato y de continuar con mi plan de buscar una opción académica.

Afortunadamente yo tenía la gran oportunidad de pasar un año en el Laboratorio Forestal de la Universidad de Harvard (Harvard Forest) para iniciar un nuevo proyecto sobre las selvas mayas y con ello continuar en mi carrera académica.

libro Rain forest regeneration and management
Portada del libro Rain forest regeneration and management. MAB Series.

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