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29. El origen de la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia (FUMEC)
Una de las actividades más notables realizadas por el Instituto de la Universidad de California para México y Estados Unidos (UC MEXUS) durante mi gestión como director del mismo fue la creación de la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia (FUMEC). Este año cumplió 24 años de existencia y pienso que la historia de su creación debe ser contada.
Desafortunadamente, los hechos que acontecieron en la Universidad de California Riverside (UCR), y que permitieron la creación de la FUMEC en 1992, no son conocidos. De ahí que me decidiera a preparar un primer documento que pudiera servir de introducción para entender esta historia (Gómez-Pompa A., Bartnicki-García, S. & Vincent Lepp, K. 2012. Origin of FUMEC. Manuscrito). A continuación presento un breve resumen que explica el origen de la FUMEC, con la especial participación del UC MEXUS y de la UCR.
Todo inició cuando el presidente de la Universidad de California, David S. Saxon, creó el US MEXUS en 1980, en respuesta a una plática con el entonces embajador de Estados Unidos en México, Julián Nava; y también a la decisión, en 1985, de ubicar sus oficinas en el campus de Riverside, gracias a la iniciativa de su rector, Tomas Rivera (q. e. p. d.).
Mi nombramiento como primer director del US MEXUS en 1986 fue un factor que amplió y fortaleció los vínculos de los investigadores de la Universidad de California con los científicos mexicanos. Una notable coincidencia fue el hecho de que, en 1991, el congresista George Brown fuera nombrado presidente de la Comisión del Congreso de Estados Unidos para la Ciencia, la Tecnología y el Espacio; el distrito que representaba incluía el condado de Riverside y la Universidad de California, campus Riverside.
Brown invitó a varios profesores de la UCR como asesores de esta Comisión. En diversos foros y conversaciones con ellos mencionó que la creación del UC MEXUS por parte del Sistema de la Universidad de California era un evento de gran importancia, tanto para la Universidad de California como para la colaboración científica internacional.
Al conocer estas opiniones del congresista, decidí buscar una reunión con él. La idea era informarle lo que estaba haciendo el UC MEXUS para pedir su apoyo y consejo; en especial necesitaba contar con su orientación para obtener recursos del gobierno federal y poder cumplir y ampliar los objetivos de nuestra organización.
En una primera entrevista platicamos sobre la importancia de la colaboración científica entre Estados Unidos y los países de América Latina, así como la necesidad de que Estados Unidos identificara esta relación como prioritaria en los programas de cooperación y colaboración. Al congresista le pareció que el UC MEXUS era un buen modelo, digno de sustentar y repetir en otras universidades de Estados Unidos, e incluso en otros países de América Latina.
A partir de esa primera entrevista se acordó que el doctor Salomón Bartnicki-García y yo desarrolláramos una iniciativa para dar a conocer al UC MEXUS en el Congreso de Estados Unidos, incluyendo las ideas sobre la importancia de la colaboración científica entre los países de América latina y Estados Unidos. Para formalizar esta cooperación, George E. Brown nos invitó a integrarnos a su grupo de asesores de la UCR que realizaba proyectos de la Comisión de Ciencia, Espacio y Tecnología del Congreso de Estados Unidos que él presidía.
Decidimos que la propuesta a elaborar tenía que ser amplia y no sólo de apoyo para el UC MEXUS. Este programa de colaboración debería ser no-gubernamental, pero con toda la cooperación de los dos gobiernos. El problema era cómo iniciar el proyecto y quién debería participar. Fue evidente para nosotros que dicho proyecto rebasaba a la Universidad de California y que requería ingresar a un nivel jerárquico mayor: debería ser institucional, gubernamental e internacional. No era solo un proyecto de Estados Unidos y de la Universidad de California, por lo que sugerimos que debería organizarse la academia de ciencias de los dos países.
Consultamos esta posibilidad con George Brown, a quien le pareció adecuada, y de inmediato dio luz verde para invitar, en su nombre, a las academias de ciencias de ambos países para que participaran en la creación de una fundación internacional para la ciencia. Una vez que se estableciera la nueva organización, con el apoyo de George Brown se buscaría financiamiento por parte del Congreso de Estados Unidos y nosotros haríamos la gestión con el gobierno mexicano.
La idea nos entusiasmó mucho; sin embargo, la cuestión principal a resolver era el financiamiento, ya que todo mundo preguntaría de dónde saldrían los fondos para la organización. Esto se resolvió temporalmente gracias a que George Brown identificó la existencia de un fondo de 20 millones de dólares del Departamento de Estado para la cooperación científica con México.
Esta opción de financiamiento se abrió debido a la posición de Brown en el Congreso estadounidense y al respeto que le tenían sus colegas, tanto del Congreso como del gobierno federal. Ante esta posibilidad, el congresista solicitó que desarrolláramos una propuesta de cooperación científica similar a la del UC MEXUS, pero más amplia, que incluyera a otras universidades.
En respuesta, el UC MEXUS estableció un proyecto especial e invitó formalmente a Salomón Bartnicki-García a unirse para preparar la propuesta solicitada por George Brown, con el objetivo de promover y facilitar la colaboración científica entre los investigadores de ambos países. El doctor Bartnicki García aceptó y con ello desarrollamos el proyecto de crear una fundación binacional para la ciencia, la FUMEC.
Nuestro principal interlocutor en las academias de Estados Unidos (ciencia, medicina e ingeniería) fue el doctor Mitchell B. Wallerstein, quien era Deputy Executive Officer de la Academia Nacional de Ciencias.
En México contactamos al doctor Hugo Aréchiga, presidente en ese entonces de la Academia Mexicana de Ciencias, quien a su vez sugirió invitar al doctor Guillermo Soberón para encabezar el grupo mexicano de la Academia. Con ellos tuvimos varias reuniones para explicarles el proyecto de la Fundación, ante lo cual se mostraron muy interesados en el proyecto y ofrecieron consultar y pedir apoyo de sus académicos y de otras instituciones.
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El congresista George Edward Brown Jr. y el doctor Arturo Gómez-Pompa. |
El financiamiento inicial para las actividades lo cubrió el UC MEXUS y se consiguió también un subsidio de la Fundación MacArthur para ayudar a sufragar los gastos de viaje y los pasos iniciales de preparación de esta iniciativa. Para lograr el apoyo a la idea de una nueva organización de cooperación en materia científica se decidió hacer dos viajes: uno a México, encabezado por George Brown y organizado por la Academia Mexicana de Ciencias, y otro a Washington, encabezado por mi y por Salomón Bartnicki-García.
El viaje a Washington para dar a conocer el proyecto fue organizado por la oficina del congresista George Brown y por la Academia de Ciencias de Estados Unidos. Se programaron entrevistas con personas e instituciones relacionadas con la ciencia para explicarles el proyecto y buscar su apoyo.
El doctor Bartnicki, algunos miembros de su personal y yo acompañamos a George Brown a México. Programamos visitas a la UNAM y a varios centros de investigación universitarios y gubernamentales. Por ejemplo, al Instituto Nacional de Salud Pública de Morelos. Esta visita permitió dar a conocer ejemplos de la infraestructura científica de México y ayudó mucho a mantener el entusiasmo por el proyecto en desarrollo de la Fundación.
Con el objeto de ampliar el grupo base binacional, decidimos invitar a un grupo de distinguidos científicos y políticos, interesados en apoyar la creación de la Fundación, a constituirse en un grupo ejecutivo. Entre los miembros estaban, además de Salomón Bartnicki-García y yo, Fausto Alzati, George Brown, Guillermo Soberón, M. Wallerstein, Hugo Arechiga y Bruce Babbit.
El comité acordó crear dos organizaciones no-gubernamentales paralelas: una en Estados Unidos y otra en México. Hubo varias reuniones de planeación en México, San Diego y Washington.
En México tuvimos una importante discusión con Fausto Alzati, entonces director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), quien manifestó sus dudas acerca del éxito de esta iniciativa internacional, que mezclaba la participación de los dos gobiernos para crear una organización no gubernamental manejada por científicos, con un financiamiento incierto para llevar a cabo actividades similares a las del CONACYT.
Él expresó su preocupación de que el gobierno mexicano decidiera crear una institución que competiría con el mismo CONACYT. Se le explicó que los recursos deberían ser asignados por los congresos de ambos países y que se buscaría el apoyo de los altos órdenes de gobierno de México y de Estados Unidos. Desafortunadamente, los 20 millones prometidos no se aprobaron y esto complicó nuestros argumentos.
En ese tiempo yo era asesor de asuntos ecológicos del presidente Carlos Salinas de Gortari, por lo que tenía acceso directo con él y lo mantenía informado del proyecto. El presidente Salinas estuvo de acuerdo con la idea de crear la FUMEC y posteriormente aprobó su financiamiento.
En Estados Unidos también tuvimos alguna oposición a la gestión de George Brown para transferir fondos del presupuesto de la Fundación Nacional de Ciencia (National Science Foundation) al Consejo de Investigación de la Academia de Ciencias (National Research Council) para llevar a cabo las gestiones de constitución y operación inicial de la Fundación.
Gracias al interés de George Brown por el proyecto, se logró convocar a las academias de ciencia de Estados Unidos y México para hacer la presentación formal de la FUMEC en la Smithsonian Institution de Washington. A esta presentación asistieron organizaciones científicas, fundaciones, así como organizaciones gubernamentales y no-gubernamentales y miembros destacados de la comunidad científica de Estados Unidos.
Latin American
Scientific Cooperation Hearing
1:00 p. m. 2318 RHOB
March 17, 1992
WITNESS LIST
PANEL I
Hon. John P. Boright
Deputy Assistant Secretary
for Science and Technology
Department of State
Washington, D. C.
Hon. Frederick Bernthal | Mr. Bradshaw Langmaid |
Deputy Director
National Science Foundation Washington, D. C. |
Deputy Assistant Administrator for Research and Development
U. S. Agency for International Development Washington, D. C. |
PANEL II
Dr. Mitchell B. Wallerstein | Dr. Thomas Lovejoy, President |
National Research Council
Deputy Executive Officer National Academy of Sciences Washington, D. C |
American Institute of Biological Sciences Washington, D. C. |
Dr. Arturo Gómez-Pompa
Director UC-MEXUS Program
and Professor of Botany
University of California, Riverside
and Advisor to President Salinas on
Ecological Issues
Para esta sesión fui convocado a testificar, junto con el doctor Thomas Lovejoy, de la Smithsonian, y el doctor Mitchell B. Wallerstein, de la Academia de Ciencias de Estados Unidos. La introducción de George Brown de esta iniciativa en esa ocasión fue decisiva para el lanzamiento y financiamiento de la FUMEC. Cito algunos fragmentos a continuación, que se pueden apreciar en la imagen en el siguiente sitio web: (http://www.reservaeleden.org/agp/libro/img/Cap30_George%20Brown.jpg).
Como parte del proceso para dar a conocer a la Fundación y conseguir recursos para el inicio de sus operaciones, el congresista George E. Brown me invitó a testificar en Washington ante el Congreso de Estados Unidos en 1992, para expresar una opinión sobre la importancia de la colaboración científica entre Estados Unidos y América Latina. En especial, había que mencionar el ejemplo de colaboración con México por parte de la Universidad de California a través del UC MEXUS y el papel que podría desempeñar la nueva Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia.
“CONGRESSMAN GEORGE E. BROWN, JR.
OPENING STATEMENT
JOINT HEARING ON H.R. 3215, THE INTER-AMERICAN SCIENTIFIC
COOPERATION ACT OF 1991
SUBCOMMITTEE ON SCIENCE
SUBCOMMITTEE ON WESTERN HEMISPHERE AFFAIRS
SUBCOMMITTEE ON INTERNATIONAL ECONOMIC POLICY AND TRADE
MARCH 17, 1992
“I want to begin by thanking my colleagues on the Committees on Foreign Affairs and Science, Space, and Technology, for working together to organize this joint hearing. In particular, I want to acknowledge the efforts of Mr. Boucher, chairman of the Subcommittee on Science, for calling this hearing, and of Mr. Toricelli, chairman of the Subcommittee on Western Hemisphere Affairs, who has been a staunch and long-time supporter of the initiative that we are considering today. As my colleagues here know, I have a particular interest in promoting new incentives and institutions for scientific cooperation with our neighbors in the western hemisphere, and I think that H. R. 3215 offers an important mechanism for promoting these goals.
“I will make these introductory remarks brief, but I do want to call attention to several critical issues that bear on this legislation and this hearing.
“First of all, I must emphasize that the economic future of the United States depends in no small part on the ability of Latin American nations to grow economically. And we all agree that this economic growth significantly depends on the development of a vigorous scientific and technological infrastructure. Economic growth is a key not only to reaping the benefits of increasingly open trade relations in the western hemisphere, but also to the maintenance of political stability as well.
“Secondly, I want to point out that this is not a foreign aid program. I have visited scientific facilities in Mexico, Brazil, Argentina, Chile and Ecuador over the past several years, and the opportunities for much expanded, mutually beneficial cooperation are plentiful. In Mexico, for example, new centers for research in Public Health, Nitrogen Fixation, and…”.
Mi interacción con la FUMEC después de su creación ha sido mínima, ya que por razones aún no claras para mí, la Universidad de California no fue incluida en el Consejo Directivo inicial, a pesar de su papel protagónico en el proceso.
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