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Mi vida en las selvas tropicales

11. El Jardín Botánico de la UNAM
Sus inicios e influencia en el desarrollo de la botánica de México

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Para que una institución sea exitosa, no basta con la visión que de ella haya tenido su creador. Una vez creada, depende de las personas que la ponen en marcha y contribuyen en determinado momento con su capacidad para darle forma, así como brindarle el apoyo económico, administrativo y político que corresponda.

Se dice fácil, mas quienes de alguna manera hemos estado involucrados en procesos de creación, sabemos que no resulta sencillo que coincidan las buenas ideas con el apoyo necesario para desarrollarlas. Se trata de una tarea complicada que no siempre prospera.

No obstante, cuando se tiene éxito, se escribe la historia de lo que sucedió: este fue el caso del Jardín Botánico de la UNAM, en donde confluyeron las ideas basadas en la visión y solidez científica del doctor Faustino Miranda, autor del proyecto, y la actitud progresista y de vanguardia de las autoridades universitarias de ese tiempo: el rector Nabor Carrillo y, en especial, el secretario general de la UNAM, el doctor Efrén Carlos del Pozo Rangel (1907-1979).

Del Pozo era un fisiólogo de amplia cultura, muy reconocido en el medio científico y gran admirador de la botánica medicinal prehispánica. Hizo amistad con el doctor Miranda debido a su interés por las plantas medicinales. De dicha relación surgió la idea de crear el primer Jardín Botánico de la UNAM. Así comenzó esta iniciativa innovadora, que representó la continuación de la notable historia de jardines botánicos de México, como fueron el impresionante jardín botánico prehispánico del Molino de las Flores, creado en Texcoco por el rey Netzahualcóyotl; el de Oaxtepec, fundado por Moctezuma Ilhuicamina; el del Bosque de Chapultepec, de Moctezuma Xocoyotzin; el Real Jardín Botánico de la Ciudad de México (que se ubicó en lo que hoy es el Palacio Nacional), fundado en 1791 por Martín de Sessé, botánico aragonés que dirigió la Real Expedición Botánica a la Nueva España e invitó a Vicente Cervantes como experto en botánica; y el del Bosque de Chapultepec, creado en 1922 por el doctor Alfonso Luis Herrera.

No poseo una versión histórica completa de lo que sucedió para que se diera la fundación de esta importante institución universitaria. El antecedente más evidente es el gran éxito que había tenido el doctor Faustino Miranda en la creación del jardín botánico de Chiapas en 1949, en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez. Este jardín logró en un tiempo relativamente corto tener una gran presencia en la botánica internacional, tanto por las aportaciones científicas que directamente hizo el doctor Miranda sobre la flora y vegetación de Chiapas, como por las colecciones vivas que albergaba.

Con seguridad, el doctor del Pozo estaba perfectamente enterado del notable jardín botánico que el doctor Miranda había creado en Chiapas, por lo que en sus conversaciones es muy probable que se haya discutido la posibilidad de crear uno en la UNAM.

El entusiasmo del doctor del Pozo por la botánica fue decisivo -el era médico farmacólogo distinguido y fundador del Departamento de Farmacología en la Facultad de Medicina de la UNAM, y valoraba la importancia de las plantas para la medicina. Su relación con el doctor Miranda llegó incluso a fructificar también en otros proyectos importantes, como el estudio de las plantas del Códice de la Cruz-Badiano.

 Al respecto, he de mencionar que el doctor Miranda, junto con mi querido amigo Javier Valdés (q. e. p. d.), trabajaron en la identificación de las diferentes especies que se trataban en este códice. Posteriormente, el Instituto Mexicano del Seguro Social publicó una edición ilustrada, que incluía las identificaciones botánicas de Miranda y Valdés.

 

Doctor Efrén Carlos del Pozo Rangel
Doctor Efrén Carlos del Pozo Rangel. Tomada del expediente del doctor del Pozo. Cortesía de Gamaliel Andrés Pineda Cervantes, Biblioteca de la Academia Nacional de Medicina.

 

La magnífica relación entre el doctor Miranda y el doctor del Pozo facilitó mucho la creación del jardín como una entidad universitaria con presupuesto propio, que dependía directamente del secretario general de la UNAM. Este hecho evitó problemas para su rápido inicio y desarrollo. Para 1959, año de la fundación del Jardín Botánico de la UNAM, mi relación profesional con el doctor Miranda llevaba un par de años, cuando entré a trabajar en Farquinal.

Lo mismo sucedió con mis compañeros Ramón Riba y Javier Valdés. El primero entró a trabajar en una compañía farmacéutica y el segundo participó en un proyecto en zonas áridas y en la interpretación botánica de códices indígenas. Por estos motivos, los tres estábamos muy cerca del doctor Miranda y nos enterábamos de las discusiones y reuniones que se sostenían para diseñar el Jardín Botánico dentro de Ciudad Universitaria.

No debo dejar de mencionar que, para nosotros, la creación de una nueva institución universitaria, con nuestro maestro a la cabeza, era una noticia extraordinariamente importante. Recordemos que en ese tiempo las instituciones de investigación universitarias eran muy pequeñas, contaban con poco financiamiento y tenían muy pocas posibilidades de crecimiento para su personal académico. Por tal motivo, nosotros veíamos que la creación de este jardín podría ser una posibilidad de trabajo hacia el futuro. El mismo doctor Miranda mencionaba la importancia de contar con una institución independiente en la UNAM, dedicada a los estudios de la botánica.

El Jardín Botánico de la UNAM se creó con el apoyo del doctor Manuel Ruiz Oronoz y de la doctora Helia Bravo Hollis. Ella fue una de las principales auxiliares del doctor Miranda en el diseño del Jardín. Se buscaba obtener plantas vivas representativas de la diversidad vegetal de México, con especial cuidado en las raras o endémicas de las zonas tropicales y áridas del país.

 

Agave
Sección de agaves en el Jardín Botánico de la UNAM. Autor: Octavio Fossey, 17/05/2016.

 

Yo siempre le traía cactáceas a la doctora Bravo, porque se dedicaba a su estudio. Se escogió para su ubicación lo que se llamaba el Vivero Alto de Ciudad Universitaria, un sitio excelente, de gran extensión y potencial de crecimiento.

Diseñaron el Jardín Botánico con un invernadero y un área de zonas áridas. Se contaba con personal competente de jardinería y viveros. Lo más notable de este lugar era la presencia de rocas volcánicas entre las que crecía una flora muy diversa, estéticamente atractiva, que le dio al Jardín su personalidad única desde su inicio.

Invernadero “Faustino Miranda”, UNAM
Invernadero “Faustino Miranda” de la UNAM. Autor: Octavio Fossey. 26/07/2016.

Para arrancar el proceso de construcción del Jardín Botánico, lo que se tenía que hacer era colectar plantas para enriquecer el invernadero. Sabían que yo andaba en los trópicos y me dijeron: “Lo invitamos a que usted sea colector botánico del Jardín. Cuando ande en sus viajes, tráiganos orquídeas, plantas epífitas para el invernadero.”

El doctor Miranda también invitó a colaborar a Ramón Riba y a Javier Valdés. Regresaba de mis viajes al sudeste con la camioneta cargada de plantas y las llevaba al Jardín Botánico. Ahí las recibían. El doctor Otto Nagel, que era el curador de orquídeas del Jardín Botánico, llegaba a verlas y las identificaba de inmediato, salvo algunas raras que eran nuevas para él.

 

Doctor Otto Nagel
Doctor Otto Nagel, curador de orquídeas del Jardín Botánico de la UNAM. Cortesía del Instituto de Biología de la UNAM.

En primera instancia estaban destinadas a adaptarse en los invernaderos del vivero alto. Después se buscaron plantas para las zonas áridas.

Me llamó un día el doctor Miranda y me comentó: “Me gustaría que usted se encargara de enriquecer la sección de magueyes.” Pero, doctor, repliqué, yo no sé nada de plantas de zonas áridas. Me dijo: “Yo creo que esto le va a servir mucho a usted para que conozca esos ecosistemas. Y con los agaves va a aprender bastante de taxonomía, de sistemática y ecología. Es un grupo muy interesante.”

Y lo que él decía, lo obedecíamos. Pasado el tiempo entendí sus razones: me empujó a conocer las zonas áridas y a enfrentarme a la identificación de estas increíbles plantas.

Ramón Riba, Javier Valdés y yo empezamos a salir en un camión grande, los fines de semana, a distintas partes del país. A mí se me pidió colectar plantas en las zonas tropicales y se me asignó también iniciar las colecciones de Agavaceae del Jardín. Traíamos los vehículos cargados. La impresionante colección de magueyes que aún está ahí, la inicié yo. Andábamos en los cerros, a veces acampábamos allá. Con frecuencia nos acompañaban los doctores Faustino Miranda, Teófilo Herrera y Manuel Ruiz Oronoz.

A Ramón Riba se le encargó colectar helechos y a Javier Valdés plantas de zonas áridas. De hecho, lo que hicimos fue viajar los tres a distintas zonas del país con el camión de redilas manejado por Clemente y la camioneta por Justino. Nos ayudaban unos jóvenes jardineros a quienes decíamos: “fíjense que pensábamos traer algunas plantas y no se va a poder porque están muy grandotas.” “Espérense, decían, nosotros las bajamos.” Y lo hacían con reatas y todo. Hicieron un trabajo fantástico. ¡Esa fue mi contribución! Fui de los pioneros colectores del Jardín Botánico de la UNAM.

 

Padres de Arturo Gómez-Pompa
Viaje de colecta de cactáceas. Autor: Ramón Riba.

 

En esta primera etapa estaban presentes los doctores Manuel Ruiz Oronoz y Teófilo Herrera, el señor Otto Nagel -un orquideólogo muy famoso que se involucró desde el principio con el Jardín Botánico-; el ingeniero Casas Alemán, responsable del vivero de la Universidad en la parte alta, que se une con el Jardín Botánico; el señor Alfonso Chimal, jefe de jardineros y un extraordinario conocedor del cultivo de plantas (él tuvo muchísimo que ver con el éxito del Jardín Botánico); la doctora Helia Bravo Hollis (la especialista más importante en cactáceas, que eran de gran importancia para la exhibición al público); Eizi Matuda, destacado botánico del Instituto de Biología; y los tres técnicos: Javier Valdés, Ramón Riba y yo, quienes trabajábamos en una oficina que compartíamos en el invernadero.

 

Doctora Helia Bravo Hollis
Doctora Helia Bravo Hollis, eminente cactóloga y ex directora del Jardín Botánico de la UNAM.

 

Algo que a todos nos sorprendió y llamó la atención fue la forma en que el doctor Miranda dirigía la institución. Cada lunes, a las doce del día, reunía a todo el personal, que no era mucho, para consultar con él y mantenerlo informado. En estas reuniones se planeaban las excursiones para traer material, se daban informes sobre otras excursiones que se hubieran hecho y se presentaba cualquier iniciativa o problema que hubiera en el Jardín Botánico. Todos podíamos sugerir, pero al final, quien decía la última palabra era el doctor Miranda.

Este fue el inicio de las actividades. Hacíamos excursiones a sitios realmente difíciles, con recursos muy escasos pero siempre con la esperanza de traer materiales interesantes. Cuando regresábamos, llamábamos al doctor Miranda, al señor Chimal, a la doctora Bravo y al señor Nagel, quienes nos acompañaban a descargar e iban identificando las plantas que traíamos en el camión y decidían en dónde colocar los ejemplares.

Fue una época para todos nosotros muy importante, sobre todo por la relación directa con el doctor Miranda. Los jóvenes de ese tiempo teníamos otros empleos y responsabilidades; sin embargo, todos tenían un común denominador, y era Faustino Miranda y el Jardín Botánico. Reconocíamos al Jardín como nuestra institución; era para nosotros un gran honor decir que éramos personal técnico del Jardín Botánico de la UNAM y obviamente era mayor honor ser colaboradores del doctor Miranda.

Estos años fueron muy significativos, porque poco a poco se dio a conocer el Jardín Botánico, tanto en el orden nacional como internacional. El domo geodésico que se construyó para alojar las colecciones del trópico en el invernadero “Faustino Miranda” fue uno de los primeros de su tipo que se hicieron en el mundo. Posteriormente se construyeron domos similares en otras partes.

 

Dichromanthus yucundaa
Dichromanthus yucundaa. Autor: doctor Gerardo Adolfo Salazar Chávez. Instituto de Biología de la UNAM.

Pero quizá lo más importante en esta etapa -y hablo a nombre de mis queridos compañeros, que ya fallecieron-, es que se nos dio un sentido de pertenencia a una institución. Teníamos la convicción de que era nuestra y debíamos dar lo máximo para mantenerla y enriquecerla. Como jóvenes colectores y técnicos botánicos del Jardín, nuestros ingresos no eran muy grandes. Teníamos una pequeña beca que nos daba el Jardín, pero nuestros ingresos provenían de otras fuentes, de otros proyectos.

No obstante, para nosotros tres, el Jardín Botánico fue realmente nuestra institución, algo en lo que sin duda el doctor Miranda tuvo un papel determinante para que fuera así. Es muy difícil de explicar esto pero fue fundamental en todo el proceso posterior del desarrollo del Jardín Botánico y de la botánica en nuestro país.

En lo personal, el Jardín Botánico fue una influencia definitiva en mi vida académica futura. La exitosa historia de nuestro Jardín Botánico es conocida. No me queda la menor duda de que su futuro seguirá siendo brillante y será un ejemplo a seguir por otras universidades.

Hoy más que nunca los jardines botánicos de México deben jugar un papel central en el estudio y rescate de los recursos vegetales raros o en peligro de extinción por las actividades humanas y deberían convertirse en instituciones botánicas multidisciplinarias que investiguen, rescaten y protejan in situ y ex situ los recursos florísticos del país.

 

Invernadero “Faustino Miranda” de la UNAM
Invernadero “Faustino Miranda” de la UNAM. Cortesía del Instituto de Biología de la UNAM.
Jardín Botánico Exterior de la UNAM
Jardín Botánico Exterior de la UNAM
Dos vistas del Jardín Botánico Exterior de la UNAM. Autor: Octavio Fossey. 26/07/2016.
Futuros botánicos
Futuros botánicos visitando el Jardín Botánico Exterior de la UNAM. Autor: Octavio Fossey. 26/07/2016.
Brassia verrucosa
Brassia verrucosa en el orquidario del Jardín Botánico de la UNAM. Autor: Roberto Castro-Cortés.
invernadero “Faustino Miranda”
Vista interior del invernadero “Faustino Miranda”, UNAM. Autor: Octavio Fossey. 26/07/2016.
olección de agaváceas en el Jardín Botánico de la UNAM
Vista de la colección de agaváceas en el Jardín Botánico de la UNAM. Autor: Octavio Fossey. 17/05/2016.

 


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