![]() |
6. La ecología humana.
El inicio de la etnobotánica moderna
![]() |
![]() |
Los estudios formales en México sobre el uso de las plantas por los humanos se remontan a varios siglos atrás. Los primeros naturalistas que llegaron a América tuvieron como prioridad el estudio de los usos de las plantas. Esta decisión obedeció seguramente a la gran cantidad de especies vegetales que encontraron y a la diversidad de usos de las mismas empleadas por los grupos étnicos americanos. Fruto de estas primeras etapas son las diversas publicaciones que se produjeron y que incluían listas de nombres indígenas de plantas y sus usos.
Esta primera etapa de la etnobotánica, basada en listados que hasta la fecha continúan, tuvo su máxima expresión en los libros sobre plantas medicinales y útiles de Maximino Martínez.
Al igual que otras áreas de la ciencia, la etnobotánica evolucionó en varias direcciones y en todas ellas los científicos realizaron importantes contribuciones; tal es el caso de diversos estudios sobre los usos de las plantas (botánica económica), el manejo tradicional de los recursos naturales (etnoecología, ecología humana) o aspectos cognoscitivos de las interacciones humanas con las plantas y su ambiente (etnobotánica cognoscitiva), entre otros.
La investigación etnobotánica moderna se fundamenta en el planteamiento de problemas que generen hipótesis para resolver problemas y en los estudios correspondientes para probar o desechar las hipótesis bajo prueba. Esto implica la observación disciplinada y la descripción detallada de lo observado, cuyo fin permita a cualquier otro investigador repetir y comprobar lo encontrado y, desde luego, realizar un trabajo metódico en el campo y el laboratorio.
La etnobotánica mexicana, ampliamente reconocida por su madurez y contribuciones, entró definitivamente en esta etapa a fines de los años 60 del siglo XX, con el estudio titulado Ecología humana del ejido Benito Juárez o Sebastopol, Oaxaca, que presentó como tesis profesional Miguel Ángel Martínez Alfaro para obtener su título profesional de biólogo en 1970.
La Comisión para el Estudio Ecológico de las Dioscóreas constituyó el detonador que impulsó este hecho. Después de algún tiempo de explotar de manera masiva la Dioscorea composita (barbasco), cuyo rizoma era la materia prima requerida por la industria de esteroides, el fantasma de su disminución comenzó a preocupar tanto al gobierno federal como a la industria. Al contar con financiamiento para llevar a cabo estudios diversos sobre la ecología de la vegetación del trópico, la Comisión se convirtió en la opción para responder a diversos cuestionamientos. Durante varios años se pudo desarrollar un estudio único en la historia del país, que tuvo un alto impacto en el notable desarrollo de la botánica y la ecología de México.
En el desarrollo de las investigaciones mediante muestreos de la vegetación primaria y sus fases sucesionales en la cuenca del Papaloapan, encontramos una relación que nos llamó mucho la atención: el “barbasco” abundaba precisamente en la vegetación secundaria joven (“acahuales”), que derivaba de antiguos sombreretales (selvas dominadas por la especie Terminalia amazonia). Los muestreos indicaban una abundancia de individuos de barbasco en los acahuales y un número escaso en la selva madura. Este hecho nos llamó mucho la atención, lo que nos motivó a saber cuál era el origen y las razones por las cuales se encontraba esta abundancia de barbasco en las zonas perturbadas. En consecuencia, queríamos saber más acerca del origen de la perturbación y de la dinámica de la vegetación secundaria.
Uno de los fenómenos que perturban las selvas primarias se relaciona con las actividades agropecuarias de los campesinos. En ese tiempo nuestro conocimiento sobre el sistema de roza-tumba-quema, así como de las etapas de siembra y posterior abandono (conocido como barbecho) en esas zonas era muy limitado. Consideramos importante estudiar este fenómeno por la relevancia que podían tener estos ecosistemas secundarios en el abastecimiento del barbasco para el futuro.
Tuvimos varias entrevistas con los asesores de la Comisión: el doctor Faustino Miranda y el ingeniero Efraím Hernández Xolocotzi. De las diferentes pláticas y de la inquietud por conocer más sobre las actividades de los ejidatarios nació la idea de realizar un estudio relacionado con la vegetación secundaria, por lo que nos dimos a la tarea de iniciar una línea de investigación sobre la agricultura campesina. El ingeniero Hernández Xolocotzi insistió en que este tema debería tener prioridad, y que se requería hallar a la persona adecuada que pudiera ejecutar este nuevo proyecto satisfactoriamente.
Discutimos sobre si debía ser un biólogo, un agrónomo o un antropólogo. Se necesitaba encontrar al personaje que lograra entender el problema, pues el enfoque resultaba muy novedoso: más ecológico que agronómico. Buscamos a un profesional que aceptara vivir en un ejido durante un año, que estuviera cerca de los campesinos, los acompañara en sus labores del campo y aprendiera de ellos los diferentes procesos, actividades y conocimientos que tenían de la milpa. Asimismo, se decidió que dicha persona debería aprender sobre la cosecha del barbasco silvestre, el cual era vendido a los intermediarios de las compañías farmacéuticas.
Se trataría, en suma, de hacer un estudio de ecología humana. El proyecto fue aceptado y contó con el apoyo entusiasta del ingeniero Hernández Xolocotzi, quien habló de su enorme importancia, no solo para el estudio del barbasco sino para la investigación científica de México. Procedí a buscar un candidato que se interesara en este tipo de trabajo. Pasé la voz a varios de los estudiantes que estaban haciendo sus tesis en la Comisión, para ver si había alguno interesado, proveniente de la Facultad de Ciencias.
El mejor candidato que entrevisté fue Miguel Ángel Martínez Alfaro (1942-2007). Evidentemente, yo no tenía ninguna experiencia en este tipo de investigación y todo lo teníamos que ir planteando con imaginación y sentido común. El entusiasmo de Martínez Alfaro por el proyecto fue evidente; comprendió de inmediato que no contábamos con ningún precedente al respecto. Con base en las diversas conversaciones sostenidas con él, se definió el proyecto y fue aprobado por nuestros asesores.
![]() |
Doctor Miguel Ángel Martínez Alfaro. Cortesía del Instituto de Biología de la UNAM. |
La metodología principal fue la observación participativa, que consistía en que el candidato estuviera presente en distintas actividades del ejido y de los ejidatarios, que asistiera a sus asambleas, platicara con ellos y tomara datos relevantes para hacer el estudio. Esto implicaba hacer un trabajo de campo, acompañando siempre a los campesinos en sus labores. Se le sugirió llevar una libreta de apuntes a la mano para ir escribiendo todas las acciones y las plantas que utilizaban los campesinos. Se recomendó que hiciera observaciones sobre los sitios destinados a abrir nuevos procesos de milpa. Con la metodología planteada, Miguel Ángel estaría aproximadamente un año en el ejido.
El planteamiento que se hizo para su investigación, a manera de hipótesis, tenía que ver con que algunas de las prácticas agrícolas que llevaban a cabo los campesinos, ya sea en su sistema de milpa o en la explotación del barbasco, incidían en la cantidad y regeneración de esta especie en el tiempo.
Para poder probar esta hipótesis se requería contar con información de campo, que Miguel Ángel obtendría. Se necesitaba saber cuáles eran las actividades agropecuarias y forestales de los ejidatarios y también cuáles eran las actividades de los barbasqueros (campesinos dedicados a la colecta del barbasco).
Para informar sobre el proyecto, asistimos a una asamblea ejidal, acompañados por el ingeniero Hernández Xolocotzi. Explicamos a los ejidatarios cuál sería la actividad que iba a realizar Miguel Ángel en el ejido y les solicitamos su apoyo para que juntos pudiéramos encontrar la solución al problema que nosotros estábamos planteando sobre la ecología de la vegetación. Esperábamos con esto encontrar las mejores formas para mantener una producción sostenida de barbasco.
Los ejidatarios aceptaron la presencia de Miguel Ángel por una temporada y ofrecieron apoyarle en lo que estuviera en sus manos, iniciando por organizar su estancia en la escuela ejidal.
Durante el período de trabajo de campo, Miguel Ángel Martínez Alfaro siguió al pie de la letra muchas de las indicaciones que le hicimos.
Conforme avanzaba en estas actividades, me di cuenta de lo afortunados que habíamos sido al haberlo escogido para realizarlas. Su amabilidad, sencillez y actitud profesional le permitieron ser aceptado rápidamente en el ejido, tener la oportunidad de hablar con los campesinos y conocer de cerca sus diferentes actividades.
Miguel Ángel estaba consciente de que el producto más importante de todo su estudio eran las notas de campo, pues éstas nos ayudaban a entender la dinámica de la economía familiar campesina, las actividades agrícolas y los manejos de la vegetación relacionada con el barbasco. Lo que él decidió hacer fue escribir en sus libretas absolutamente todo lo que hacía y lo que le decían, casi como si contara con una grabadora.
Cuando tenía la oportunidad de platicar con él y me mostraba sus libreras de notas, verdaderamente me impresionaba la minuciosidad con la que él anotaba absolutamente todo lo que había hecho a lo largo de las horas, los días y los meses. Yo no sé si sus libretas de campo aún existan, pero sería muy interesante poderlas recuperar.
Lo que sí supe después es que su proceso de entendimiento de la milpa fue extraordinario. Su tesis profesional incorporó probablemente una de las descripciones más completas del proceso de la milpa.
De sus observaciones sobre la ecología del barbasco y su explotación pudimos confirmar la hipótesis de que la abundancia del barbasco en ciertos estados sucesionales de algunas de las selvas en la región era totalmente conocida por los campesinos, y que su producción era parte de una estrategia de manejo sustentable.
Tanto para nosotros como para la Comisión y para las industrias de esteroides, el resultado de esta investigación fue algo muy importante. En poco tiempo pudimos anunciar que era posible tener para el futuro un abastecimiento sostenido de barbasco en el trópico.
La conclusión de los estudios fue muy sencilla, a pesar de que llevó varios años de investigación: la abundancia de barbasco en la zona se debía, fundamentalmente, a que los campesinos realizaban el proceso de roza, tumba y quema. Al hacerlo, el barbasco era el primero que brotaba después de la quema. Al extraer ese barbasco para su venta, siempre quedaban en la tierra pedazos de rizoma, ya que la especie era muy ramificada.
![]() |
Sistema de roza, tumba y quema. Autor: doctor Ramón Mariaca Méndez. Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente. Grupo Agroecología. Unidad San Cristóbal. |
Al cabo de dos años del cultivo, más los años de descanso, brotaba nuevamente no uno, sino muchos individuos de barbasco. Aunque con menor peso por individuo, en conjunto la producción era grande, lo cual significaba que se podía contar con una producción sostenida de barbasco a lo largo del tiempo, gracias a las prácticas campesinas.
![]() |
Almacén de mazorcas de maíz. Autor: doctor Ramón Mariaca Méndez. |
Es interesante mencionar el hecho de que el título de la tesis de Miguel Ángel se relacionaba con la ecología humana y no con la etnobotánica o con la etnoecología. La razón de esto es muy sencilla: en ese tiempo ninguno de nosotros sabía de la existencia de la ciencia de la etnobotánica y mucho menos de la etnoecología. Lo que encontramos que se acercaba más a la investigación realizada eran los estudios de los antropólogos en temas relacionados con la ecología humana. Por ello se decidió darle ese título a este trabajo.
Miguel Ángel siempre estuvo muy preocupado por buscar bibliografía relacionada con este tipo de estudios. Durante el período en que escribió su tesis descubrió los notables trabajos del doctor Ángel Palerm Vich sobre la zona Totonaca. Palerm fue un antropólogo, profesor e investigador español nacido en Ibiza, en 1917.
Conocer estos trabajos motivó a Miguel Ángel a cursar la carrera de Antropología, para poder contar con más instrumentos metodológicos para la elaboración de este tipo de estudio. En ese tiempo, ya estaba totalmente convencido de que eso era lo que quería hacer hacia el futuro. Posteriormente, Miguel Ángel entró en contacto con el doctor Palerm y eventualmente llevó a cabo con él estudios antropológicos.
En cuanto a la tesis profesional de Miguel Ángel, me enteré que tuvo muchas dificultades para redactarla. Dado que el número de libretas que había utilizado era muy elevado, contaba con una enorme cantidad de información, por lo que le llevó mucho tiempo seleccionar lo que debía usar y lo que debía guardar. Así que tuvo que traducir toda esa información y ponerla en un orden que pudiera servirle para su tesis profesional.
La interacción que tuve con él durante todo este proceso fue muy interesante. Al principio era bastante complicado, ya que en su primer manuscrito de tesis transcribió tal cual muchos de los párrafos de sus libretas.
La primera versión que me trajo para revisión era algo increíble: estaba escrita de tal forma que usaba toda la hoja y no había espacio para ninguna corrección.
En ese tiempo no había computadoras y, por ello, solo teníamos los márgenes de los textos para anotar las observaciones y correcciones. Afortunadamente, poco a poco nos fuimos entendiendo y las siguientes versiones ya incluían márgenes amplios. Obviamente la información con que contaba era muy importante.
El ingeniero Hernández Xolocotzi revisó el manuscrito final de su tesis, y contribuyó con valiosas observaciones. Fue tal el impacto que este trabajo tuvo en él, que aparentemente decidió hacer un cambio en el énfasis de sus intereses de investigación y de enseñanza hacia la etnobotánica.
Una vez recibido de biólogo, Miguel Ángel fue invitado por el ingeniero Hernández Xolocotzi para que se incorporara al Colegio Superior de Agricultura Tropical en Cárdenas, Tabasco. De hecho, varios de sus discípulos formaban parte de ese Colegio, y seguramente él pensó que Miguel Ángel aportaría lo aprendido en materia de etnobotánica, ecología humana y etnoecología, para poder ir incorporándolo a su proyecto de enseñanza. Miguel Ángel obtuvo su maestría en esa institución, precisamente con una tesis orientada a establecer una cátedra sobre el tema.
Mucho más podría escribir de mi relación con él, que siempre fue plena de amistad, respeto y afecto. Lo único que puedo decir es que fue un gran honor para mí haber tenido a un estudiante de la categoría de Miguel Ángel Martínez Alfaro, dispuesto a entrar a un tema del cual su director de tesis no tenía la menor idea. Juntos pudimos caminar y entregar uno de los trabajos más interesantes de la etnobotánica y la etnoecología moderna de nuestro país.
![]() |
Técnica maya (caan ché) para levantar y proteger hortalizas y plantas jóvenes germinadas. Autor: doctor Ramón Mariaca Méndez. |
![]() |
![]() |
![]() |
Huertos familiares. (3 fotografías). Cortesía del doctor Ramón Mariaca Méndez. |
![]() |
![]() |
|
Twittear |