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¿A QUIÉN INTERESA EL DETERIORO DEL TRÓPICO?
ENTREVISTA CON ARTURO GOMEZ POMPA
Tomado de:
La Jornada Ecológica
Lunes 27 de Octubre de 1997
A los científicos, ecólogos, organizaciones ambientalistas y ciertos grupos campesinos con tradición. Son minoría, pero tienen argumentos irrebatibles.
En el medio científico no existe duda sobre los beneficios que ofrecen las selvas tropicales al planeta. Sin embargo, la pérdida actual de superficies selváticas es alarmantemente alta y no ha sido compensada por programas que pudieran reponer lo perdido. Nuestra sociedad no valora lo que nuestra naturaleza le brinda gratuitamente: agua limpia, aire puro, flora y fauna, hasta que la necesidad lo obliga a reconocerlo. Un estudio reciente en la revista Nature, calculó que el costo de reposición de los "servicios" ecológicos que disfrutamos y por lo cual prácticamente no pagamos nada, vale entre 16 y 56 trillones de dólares por año, ¡cifra mayor que el producto bruto total de todas las naciones del mundo! que es de 18.
No toda la sociedad es responsable de la desforestación. Muchos grupos indígenas tradicionales dependen de los bosques y las selvas para obtener sus satisfacciones básicas. La conservación de sus recursos es parte de su subsistencia. Tenemos leyes para proteger los recursos naturales; sin embargo, esta misma sociedad es la que con su crecimiento, acciones y demandas provoca innecesariamente pérdida de bosques y selvas.
La percepción de las selvas para un campesino que vive en y de ellas, es muy distinta a la de una persona de la urbe. Para el primero es su vida y la de su familia; para el que vive en la ciudad es un sitio exótico remoto. Para el campesino el desmonte es una técnica básica de producción agrícola; para muchos urbanos es una "catástrofe ecológica"; aun cuando es él, con sus hábitos de consumo, quien más afecta el futuro de las selvas.
El problema de la desforestación del trópico mexicano tiene dos componentes:
1. Las razones por las que se desforesta y,
2. Las razones por las que no se reforesta.
Se desforesta por necesidad, ignorancia, y por lucro. No se trabaja en la reforestación porque cuesta mucho dinero, no produce ingresos en el corto plazo y, cuando se lleva a cabo, nadie se interesa por cuidar que sea exitosa. Tenemos que entender estas razones para poder sugerir soluciones viables.
• La desforestación por necesidad la llevan a cabo campesinos que requieren tierras para sus cultivos. La milenaria técnica agrícola de la roza-tumba-quema, conocida en México como milpa, es practicada por millones en el mundo. Por eso es considerada por los científicos como ecológicamente probada.
• La desforestación por ignorancia la provocan persona que no conocen bien las técnicas de la milpa o no tienen interés en seguirlas. Nadie se ha preocupado por explicarles la importancia de estos métodos a los dueños de las tierras.
• La desforestación por lucro es la práctica más extendida y destructora. En México, al igual que en muchos otros países tropicales, enormes zonas selváticas han sido eliminadas después de saquear sus maderas preciosas. Este saqueo se ha encubierto a veces con el pretexto de convertirlas en zonas agropecuarias que dan oportunidades a campesinos sin tierra. Algunos "buenos" ejemplos son grandes programas de desarrollo, alentados por el gobierno, que acabaron en fracaso. El resultado ha sido la desaparición de las selvas originales; en su lugar se tiene un mosaico de agricultura de subsistencia, pastizales en malas condiciones y campesinos cada vez más pobres. La crisis actual en este sentido radica en que el numero de campesinos depauperados crece y prácticamente ya no quedan selvas maduras que tumbar para acomodarlos.
Una interrogante no ha sido discutida a pesar de su importancia.
¿A quién le importa detener la desforestación? ¿A los campesinos sin tierra?
La desforestación provocada por explotaciones forestales o por apertura de nuevas áreas a la agricultura o a la ganadería no les representa un grave problema en el corto plazo; por el contrario, les permite tener nuevas áreas para su agricultura nómada y empleos temporales en el desmonte y la extracción de la madera.
¿A los campesinos con tierra?
A ellos, así como a los pequeños y grandes propietarios de tierra, tampoco les importa. Seguramente recibirán una compensación económica suplementaria, aunque ridícula, por el pago de los derechos de monte o por la venta de la madera.
Para el gobierno local o para el federal, la desforestación del trópico no es un problema grave; por el contrario, es una solución a corto plazo al empleo y a las demandas de tierra. Por otro lado, los desmontes y los aprovechamientos forestales son fuente de ingresos por concepto de impuestos. Para los funcionarios deshonestos, la concesión del aprovechamiento de las maderas de los desmontes, así como los contratos de los mismos, representan importantes ingresos ilícitos.
La desforestación tampoco es un problema para la iniciativa privada, pues los empresarios forestales recuperan rápidamente sus inversiones en los aserraderos.
De este análisis se desprende el fondo del proceso de la desforestación del trópico: el problema es inexistente en la mente de los principales responsables de la toma de decisiones tanto a nivel gobierno, como a nivel de campesinos, pequeños propietarios y empresarios.
Los únicos en identificar a la desforestación de los trópicos como un grave problema han sido los científicos, ecólogos, las organizaciones sociales preocupadas por el ambiente, y algunos grupos campesinos con larga tradición en el manejo racional de sus recursos. Una minoría numérica, pero con argumentos irrebatibles.
El argumento científico contra la desforestación del trópico es que las selvas y otros ecosistemas tropicales son el reservorio más importante e inexplorado de especies y de genes. Si los eliminamos al desforestar el trópico, corremos el peligro de desaparecer biotipos desconocidos que tienen un valor potencial incalculable.
Los países industriales están preparando la nueva revolución en el desarrollo: la biotecnología. Los genes y el conocimiento de cómo manejarlos serán fundamentales. Los países que entiendan e inviertan en ciencia y conservación biológica tendrán una ventaja indudable.
México es uno de los países del mundo más rico en especies. Éstas son patrimonio biológico más importante de la nación. Su protección debe ser una estrategia de conservación de altísima prioridad. Desafortunadamente, nuestro analfabetismo científico ha sido una barrera infranqueable para estos argumentos que no han tenido el suficiente peso para desalentar la desforestación y el empobrecimiento biológico del país.
Si reconocemos que éste es uno de los problemas prioritarios a nivel nacional las soluciones son muy obvias y fácilmente identificables. Algunas de ellas ya se están llevando a cabo pero es conveniente reforzarlas con:
• Un eficiente sistema de conservación de la biodiversidad, a través de la protección estatal de áreas representativas de los distintos ecosistemas regionales.
• Un sistema paralelo de áreas protegidas no gubernamentales para la protección amplia de la diversidad biológica, como pueden ser las reservas campesinas ejidales o comunales.
• La participación campesina en la protección del patrimonio biótico de México.
• Lograr que los sistemas de aprovechamiento agropecuarios y forestales tomen en cuenta la conservación de la diversidad biológica.
• Sistemas de conservación ex–situ para aquellas especies de indudable valor biológico que están en peligro de extinción.
• Estimular los sistemas de producción que tiendan hacia la conservación de la diversidad biológica.
• Divulgar ampliamente y seriamente la importancia de la conservación del patrimonio biótico de México, con los argumentos científicos directamente relacionados con los problemas que ocasionan la destrucción de los recursos naturales.
• Una investigación científica avanzada en conservación biológica.
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