AGP

Mi vida en las selvas tropicales

LA FUNCION PROTECTORA Y LOS SERVICIOS DE LOS BOSQUES: EL PROBLEMA DE LA DESFORESTACION EN EL TROPICO


Por
ARTURO GOMEZ-POMPA
del Instituto Nacional de Investigaciones Sobre recursos bióticos y del Harvard Forest, Harvard University*

Documento Básico
IX CONGRESO FORESTAL MUNDIAL
México D. F., 1-2 Julio. 1984
*Dirección Actual: Department of Botany and Plant Sciences
University of California, Riverside, CA 92521


INTRODUCCION

En el medio académico y profesional no existe duda alguna sobre el importantísimo papel que juegan los bosques y las selvas (término que se utiliza en México para los bosques de las zonas cálido- húmedas del trópico) en la protección de los recursos naturales renovables: agua, suelo, flora y fauna. Numerosos trabajos se han escrito sobre el tema y reuniones de alto nivel científico se han ocupado de proveernos con los fundamentos de esta importante función de nuestras masas forestales.

Lo mismo puede decirse de los servicios ambientales que proporcionan los recursos forestales tanto en nuestra casa, como en nuestra comunidad o en nuestro país. Las posibilidades son inmensas y van desde el simple pero importante papel que juegan en el ornato de nuestras casas y ciudades, como en los múltiples productos y servicios básicos que ofrecen en nuestra vida cotidiana.

Sin embargo y a pesar de la obviedad y seriedad de los argumentos, la perdida actual de las selvas con sus recursos forestales es alarmante, especialmente en una gran mayoría de los países tropicales, por la alta tasa de desforestación que esta ocurriendo (Aubreville, 1947; Farworth & Golley 1974; Gómez-Pompa et al. 1972; Goodland & Irwin 1975; Lanly, 1983; Whitmore, 1984) y por la falta de suficientes programas de reforestación que pudieran reponer en un tiempo razonable los recursos que se han perdido.

Como profesionistas o investigadores en el campo forestal no tenemos duda alguna de la importancia de las selvas para la humanidad y esta apreciación la damos como un hecho incontrovertible. El respeto y admiración por los arboles y los bosques por parte de nuestra sociedad urbana industrial están seguramente ligados a los miles de años de evolución del cerebro humano. Nuestros antepasados vivían y dependían del bosque de donde provenían buena parte de sus recursos y en donde habitaban y se escondían algunos de sus enemigos.

Esto explica seguramente el diferente sentimiento que tenemos frente a un árbol o una selva que el que tenemos hacia una pequeña hierba o un pastizal. Este comportamiento hacia los arboles y el bosque es un buen ejemplo de la "Biofilia Wilsoniana" (Wilson, 1984), que nos ayuda a explicar nuestro sentimiento de apreciación y respeto por los parques y bosques urbanos como la máxima expresión de sitios buscados para el esparcimiento. La importancia que le damos a la protección de estos sitios obedece a razones psicológicas más que prácticas ya que la sociedad moderna no depende de estos sitios para su subsistencia.

En cambio muchas sociedades indígenas tradicionales actuales tratan a la selva con gran respeto (Gómez- Pompa, 1985) e incluso es motivo de adoración (Rappaport, 1972), lo cual es lógico ya que de él dependen para obtener muchos de sus satisfactores básicos.

La percepción distinta de la selva y sus recursos por estos dos grupos culturales es motivo de fuertes contradicciones (esparcimiento vs subsistencia) a pesar de que su raíz es la misma.

La protección y uso de las selvas significan dos cosas enteramente distintas para un campesino que vive en, y de la selva, que para un citadino que sólo la conoce por fotografía o televisión (aún cuando a menudo es el que toma las decisiones sobre el futuro de las mismas). Incluso la producción agropecuaria y forestal de las regiones selváticas es vista en forma totalmente diferente por el campesino antes mencionado y un agricultor comercial.

Esta diferencia de percepciones respecto a la protección y producción de las regiones forestales es una de las causas fundamentales de la desforestación del trópico y a ello me referiré en este trabajo.

LA DESFORESTACION DEL TROPICO MEXICANO

No creo necesario hacer una revisión general de lo que se sabe sobre el problema, ya que muchos trabajos y reuniones se han dedicado al asunto (FAO, 1981; Myers, 1980; Tucker & Richards, 1983; UNESCO, et al. , 1978; USSD, 1978). Por otro lado, todos sabemos las grandes dificultades de la silvicultura tropical y lo complicado que resulta tratar de desarrollar programas de silvicultura y reforestación de largo plazo en los trópicos (Baur, 1968; Dawkins, 1958; Mergen, 1981).

Esta coincidencia entre una débil silvicultura tropical junto con una acelerada desforestación nos produce la crítica situación actual.

Es evidente la urgencia por tratar de encontrar una solución general a este problema. Para ello será necesario hacer un análisis detallado de varias situaciones y quizá con ello podamos definir el problema general y tal vez encontrar algunas soluciones.

Utilizaré algunos ejemplos de México para analizar el problema y con ello ejemplificar tanto el enfoque que sugiero para el análisis como las soluciones que propongo.

Obviamente lo primero que debemos aclarar es si realmente la desforestación es un problema real. Y si lo es, será necesario explicar en que consiste el problema. Pues si no lo es, no tiene caso estar preocupándonos por él. Por otro lado, será necesario tratar de entender, quién es el verdaderamente afectado por el problema y analizar las consecuencias de no actuar. También será indispensable identificar a los responsables y entender sus razones.

El problema de la desforestación del trópico mexicano tiene dos componentes: las razones por las que se desforesta y las razones por las que no se reforesta. Tenemos que tratar de entender estas razones para poder sugerir soluciones viables.

La zona tropical de baja altitud tanto de México como de Centroamérica está siendo también desprovista de sus ecosistemas naturales forestales a una gran velocidad, No existen cifras confiables de la tasa de la desforestación, y quizá nunca las tendremos ya que el proceso es muy dinámico tanto en lo que se refiere a desforestación como en lo relacionado con la reforestación (tanto natural como artificial).

En México al igual que en muchos otros países tropicales las zonas forestales son eliminadas principalmente para convertirlas en zonas agropecuarias tanto en programas gubernamentales de colonización dirigida como en acciones individuales de colonización espontanea (Gómez-Pompa et al., 1976; Halffter, 1983).

En el caso de los programas de colonización dirigidos, el primer paso es el desmonte con el consecuente aprovechamiento de las maderas valiosas comerciales, que bien sabemos son solo unas cuantas. Una vez extraídas las maderas "preciosas", la zona se entrega a los campesinos que se "beneficiarán" del programa de colonización. Lo más frecuente es que se dediquen estas nuevas zonas a la agricultura nómada y después de unos años a la ganadería. Lo más raro es que estas zonas se dediquen a una agricultura o silvicultura intensiva permanente. Con frecuencia estas zonas son abandonadas y una sucesión interrumpida ("bush or grass fallow", sensu Denevan, 1981) se establece en sustitución del ecosistema forestal original.

La colonización dirigida siempre se realiza con fuertes inversiones externas (generalmente del Gobierno federal). Generalmente la participación de campesinos locales se reduce a su contratación como mano de obra asalariada, para ayudar en los distintos procesos del desmonte, acarreo de madera, etc. y, ocasionalmente como receptores de créditos para el inicio de las actividades agropecuarias en la zona.

El proceso de las explotaciones forestales en las zonas tropicales de México, con muy contadas excepciones, es muy parecido al anteriormente mencionado. Los recursos económicos son externos al área y la participación campesina es también como mano de obra. Una vez que se han extraído todos los individuos valiosos la zona se abandona y la agricultura nómada y la ganadería entran en acción, así como el proceso de sucesión interrumpida antes mencionado. Es un hecho bien conocido que en el trópico mexicano jamás han existido verdaderos programas de aprovechamiento forestal que tenga implícita su regeneración, ni tampoco plantaciones forestales comerciales (exceptuando las de pinos de Oaxaca).

El resultado de todo esto es bien conocido: la regeneración de la selva original no se realiza y en su lugar se logra una selva secundaria muy apta para la agricultura nómada. En áreas con campesinos sin tierras (p. ej. La mayor parte del trópico mexicano), esto es lo que ocurre después de una explotación forestal: las zonas explotadas son ocupadas por campesinos para agricultura nómada con sus ciclos de cultivo y abandono del área. El resto de la historia es bien sabido: muchas de estas áreas eventualmente se convierten en zonas de pastoreo forzando a los campesinos sin tierra a emigrar a otras zonas de explotación forestal y empezar el ciclo una vez más.

Las técnicas conocidas y sugeridas para la regeneración dirigida de las selvas jamás se siguen, ya que el proceso descrito de conversión de ecosistemas forestales en agro-ecosistemas está sobreentendido. Esto que he descrito para México desafortunadamente también ocurre en muchos otros países tropicales (budowski, 1981).

El proceso de la colonización espontánea de las selvas es más difícil de describir ya que son múltiples las causas que la promueven y muy diferentes los procesos que puedan caracterizarla. Sin embargo, el camino más frecuente de este tipo de colonización es el establecimiento en el sitio del sistema conocido en México como "milpa" o sea la llamada agricultura nómada que es la tecnología básica de subsistencia campesina en los trópicos del mundo. Bajo condiciones de aislamiento y con baja densidad demográfica es un excelente sistema agro-forestal. El sistema es muy bien conocido y muy diversos estudios nos indican que este sistema es el más adaptado a las condiciones ecológicas y económicas de los trópicos (Denevan, 1981; Greenland, 1975; Hernández X., 1959; UNESCO, 1983).

Cuando los colonos se establecen en el sitio en forma permanente la milpa se racionaliza y se buscan los ciclos más adecuados para la recuperación de la fertilidad y la disminución de las plagas y malezas. El sistema se integra a los otros ecosistemas regionales en un mosaico ecológico de usos. Dentro de este sistema está incluido el manejo de la sucesión, el aprovechamiento forestal, las plantaciones forestales y la conservación de áreas forestales naturales semi-manejadas (Gómez-Pompa et. al., 1984).

Desafortunadamente los colonos que se establecen en zonas de aprovechamientos forestales abandonados son "ilegales" y su permanencia no está asegurada. Por tal motivo sus actividades no incluyen sistemas que aseguren la regeneración y conservación de los recursos a largo plazo. Con frecuencia el cuidado de la milpa y de las selvas circundantes no es el mismo de los que viven con seguridad de su permanencia en el lugar. Con frecuencia estos colonos espontáneos son culpables de quemas de grandes superficies de zonas arboladas. Lo cuál contrasta con las actividades racionales y de excelente manejo de la milpa de otros campesinos con estabilidad en su tierra, tal es el caso de la milpa lacandona (Nations & Nigh, 1978).

Por estos motivos se le ha achacado a la agricultura nómada la culpabilidad de la desforestación en los trópicos, lo cuál es erróneo y equivaldría a culpar a las hachas y motosierras por el mismo proceso.

Es claro que todo el proceso de desforestación es complejo y requiere un análisis muy detallado de cada situación para poder hacer sugerencias viables que pudieran detener o al menos disminuir la desforestación de estas zonas.

Sin embargo y a pesar de todo lo anterior, existe una interrogante que no ha sido suficientemente discutida a pesar de su importancia y se refiere al saber si realmente la desforestación es un problema y para quién.

Las Distintas Percepciones de la Desforestación.

A pesar de lo que generalmente se cree, la agricultura nómada practicada por campesinos expertos, en suelos planos o con pendientes moderadas, no es causa de erosión importante. Incluso en pendientes pronunciadas en climas muy húmedos, la erosión es mínima debido al corto tiempo en el que el suelo está expuesto sin cubierta vegetal (Sánchez, 1976).

La erosión de los suelos en zonas de explotación forestal en pequeña escala en las regiones tropicales con declives poco pronunciados no es un factor problemático, al menos en el corto plazo. Salvo en los casos en los que se utiliza maquinaria pesada para desmontes de gran escala. En un estudio realizado en el Instituto Internacional de Agricultura Tropical de Ibadán, Nigeria, encontraron que la erosión producida por un desmonte usando sistemas indígenas nigerianos es casi inexistente en comparación con la producida por maquinaria pesada (G. F. Wilson, com. pers.).

Para la economía campesina la desforestación provocada por explotaciones forestales o por apertura de nuevas zonas a la agricultura o la ganadería (que en el fondo es lo mismo) tampoco representa un grave problema a corto plazo, ya que por el contrario, a los campesinos sin tierra les permite tener nuevos sitios para su agricultura nómada y empleos temporales en el desmonte y la extracción de la madera. A los campesinos con tierra así como a los pequeños y grandes propietarios de tierra les pasa lo mismo; con la ventaja adicional de que recibirán una compensación económica adicional por el pago de los derechos del monte.

Todo esto ha contribuido a propagar la idea de que las selvas tropicales son tierras ociosas que esperan la llegada del "progreso" para su incorporación al desarrollo de los países.

Para los gobiernos locales o para el gobierno central la desforestación del trópico tampoco es un grave problema, por el contrario, es una solución a corto plazo al problema del empleo y a las demandas de tierra por campesinos. Por otro lado, los desmontes y aprovechamientos forestales son fuente de ingresos por concepto de impuestos y para algunos funcionarios deshonestos la concesión del aprovechamiento de las maderas de los desmontes, así como los contratos de los mismos, son fuentes de ilícitas entradas.

La desforestación tampoco es un grave problema para los empresarios, ya que incluso para los más cercanos al problema, que serían los empresarios forestales, sus inversiones en aserraderos se recupera rápidamente con el valor de los productos y por otro lado el proceso mismo no atenta contra ningún interés económico de otras empresas.

De este análisis se desprende claramente el fondo del proceso de la desforestación s en el trópico: el problema es inexistente en la mente de los principales tomadores de decisiones: gobierno, campesinos, propietarios y empresarios.

Los únicos que identifican a la desforestación en los trópicos como un problema grave han sido científicos de diversas disciplinas biológicas y grupos ciudadanos, principalmente de países industriales preocupados por problemas ambientales. El argumento científico más importante que se ha esgrimido es que las selvas y otros ecosistemas tropicales son un reservorio importantísimo de especies y genes que son el banco biológico más importante de la humanidad (NAS, 1980; Soulé & Wilcox, 1980). Aunado a esto tenemos el hecho de que la ciencia moderna sabe muy poco acerca de estas especies e incluso una buena parte de ellas aún están por descubrirse.

Desafortunadamente muchos de los argumentos que se han usado en múltiples estudios para detener el proceso no han estado basados en este importante hecho y se ha distraído la atención hacia otros aspectos y efectos de la desforestación como es la posible irreparable pérdida de suelos por la erosión, la baja fertilidad de muchos suelos forestales tropicales, los posibles efectos de la desforestación tropical en los patrones climáticos de la tierra, entre otros.

El problema de distraer la atención con estos otros argumentos es que cada uno de ellos requiere una explicación distinta y con frecuencia los argumentos no han sido lo suficientemente convincentes para muchos científicos, profesionales y, lo que es aún mas importante, para los tomadores de decisiones (Ewel, 1981; Lugo & Brown, 1981; Sánchez & Buol, 1975).

La Protección de los Recursos Bióticos.

Si aceptamos que esto es así, debemos concentrar nuestros esfuerzos en buscar soluciones para el único problema que es ampliamente reconocido: la erosión genética producida por la pérdida de especies y biotipos (Vovides & Gómez-Pompa, 1977).

Si reconocemos que éste es un problema prioritario a nivel mundial (IUCN, 1980), las soluciones son muy obvias y fácilmente identificables. Entre ellas podemos mencionar las siguientes:

1. Se requiere un eficiente sistema de conservación de la diversidad biológica a través de una red de áreas protegidas representativas de los distintos ecosistemas regionales.
2. Se requiere que los sistemas de aprovechamiento, agropecuarios y forestales tomen en cuenta la conservación de la diversidad biológica.
3. Se requiere sistemas de conservación ex-situ para aquellas especies de indudable valor hacia el futuro.
4. Se requiere estimular aquellos sistemas de producción que tiendan hacia la conservación de la diversidad biológica.
5. Es necesario hacer una divulgación amplia y muy seria sobre la importancia de la conservación del patrimonio biótico de la humanidad con los argumentos científicos apropiados directamente relacionados con este problema. Evitando usar argumentos relacionados con otros problemas distintos.

El poner en práctica estas soluciones implica un profundo cambio en el enfoque que predomina hoy en día en relación al aprovechamiento y conservación de los recursos renovables del trópico.

LOS BOSQUES Y LA PROTECCION DEL AGUA Y SUELO.

El mismo tipo de análisis se debe hacer para entender el problema de la pérdida de suelos y abatimientos de los mantos freáticos causados por la desforestación. Mucho se ha escrito al respecto y tratar de resumirlo sería casi imposible.

Pienso que el estudio de casos concretos nos puede ayudar mucho a entender el problema y encontrar soluciones viables.

El problema de la pérdida de suelos por desforestación y sobre-pastoreo es un problema especialmente crítico en las zonas montañosas tropicales y en las zonas áridas y semiáridas. Esto no significa que no exista en otras regiones, sino que en estas zonas es donde el problema se ha tronado crítico desde el punto de vista ecológico, político y social.

Con un breve análisis de la problemática de una zona en el centro del estado de Veracruz en México, podré explicar mejor lo anterior.

El Caso del Cofre de Perote (Veracruz, México).

De acuerdo con los estudios realizados en esa región (Koterba & Olivieri, 1983), existen problemas serios de erosión, especialmente en las partes más altas y semiáridas de la zona, concretamente en el Cofre de perote. Se tienen valores que alcanzan las 1295 toneladas/hectárea/año y un promedio para la zona de 40 t/h/a (Raa y Espinoza, 1983). La erosión en esta zona es causada por la desforestación y consecuente uso agrícola y pastoril inadecuado.

Estas cifras nos indican claramente que el problema existe y es serio. Ahora bien: ¿Quién es el afectado por el problema?

Los que aprovechan los recursos forestales con fines económicos resultan afectados sólo en el largo plazo, ya que en el corto resultan beneficiados por la venta de la madera. Los campesinos pobre de la zona encuentran en la venta legal o clandestina dela madera un ingreso adicional de importancia.

Los agricultores son beneficiados por la desforestación al tener nuevos suelos que cultivar. La erosión no es identificada como un grave problema –al menos en el corto plazo- para sus actividades, ya que pueden utilizar fertilizantes en algunos de sus cultivos más remunerativos y si el suelo se pierde, se pueden cambiar a otros sitios o emigrar a otra región.

El azolvamiento de ríos y lagunas en las partes bajas provocado por ésta erosión tampoco es identificado como un problema por los supuestos afectados –como serían los habitantes de las riberas de los ríos o lagunas- por esta afluencia de sedimentos. Es más, los sedimentos procedentes de las partes altas enriquecen con nutrientes los ríos y lagunas y eventualmente, en el caso de inundaciones periódicas, también a los campos agrícolas. El proceso de azolvamiento es lento en términos humanos y por lo tanto no es identificado como un problema real.

Por estos motivos los escasos cultivos arbóreos en las zonas altas erosionables no obedecen a un deseo de controlar la erosión sino a la búsqueda de una actividad productiva competitiva (p. ej. Frutales).

Para los ganaderos tampoco es un problema la desforestación y la erosión de la zona. Para ellos, la apertura de claros en el bosque o la tumba total del mismo abre nuevos sitios para la ganadería extensiva. Incluso el uso temporal agrícola les favorece, ya que les provee de zonas de pastoreo adicionales al abandonarse.

Los empresarios no ven la desforestación y erosión tampoco como un problema que los afecte, ya que no existen empresas forestales rentables de carácter permanente en la zona y la erosión no es identificada como un grave problema para otras empresas.

En contraste con estas percepciones, la desforestación del Cofre de Perote ha sido identificada como problema por grupos ciudadanos de poblaciones cercanas que achacan a esta acción los problemas de falta de agua en algunos manantiales de la zona y atribuyen también a la desforestación ser la causante de "cambios climáticos" en la región. Es claro que estos dos problemas son prácticamente inexistentes, el primero dejaría de serlo con buenas obras de captación y suministro de agua potable para las poblaciones urbanas y el otro es un mal entendido generalizado en todo México que carece de fundamentos científicos.

La erosión y la desforestación han sido también identificados como problemas ambientales de mediano y largo plazo por científicos y profesionistas trabajando en la zona (Golberg, 1983).

Estos dos grupos ciudadanos provocan un problema de otro tipo y muy real para los gobiernos locales y para el Gobierno Federal en el sentido de que la presión ejercida por ellos aunada a la información técnica convierte el problema en uno de carácter político. Si ha esto aunamos el hecho de que una amplia zona ha sido declarada desde hace tiempo Parque Nacional, la situación se complica aún más.

Esta contrastante percepción de los problemas nos explica el fracaso de los programas de reforestación per se en la zona, que periódicamente se intentan por parte de las autoridades forestales nacionales o estatales pero que nunca tienen eco por parte de los habitantes de la región.

Como podemos ver de este caso, la percepción por parte de distintos sectores de la sociedad del papel de los bosques en la protección de los recursos naturales renovables, varía muchísimo dentro de una misma región y lo mismo puede decirse de su visión respecto a los servicios ambientales que le proporcionan los bosques.

En este caso, podemos ver también la utilidad de analizar el problema para encontrar sus posibles soluciones.

Es claro que existe gran confusión y una falta de información confiable. Sin embargo, con los pocos datos existentes es posible identificar acciones concretas y la responsabilidad de la ejecución de cada una de ellas.

Para este caso solo señalaré algunas a manera de ejemplo.

Problema de la Erosión y la Desforestación.

Dado que los causantes principales –taladores, agricultores y pastores- no lo identifican como un problema para ellos, las acciones correctivas tendrán que provenir de otros sectores. Las acciones correctivas serían el establecimiento, en laderas con fuerte pendiente, de cultivos perennes o la construcción de terrazas. Al mismo tiempo se requerirá, estimular la conservación de los bosques o su explotación sostenida o su sustitución por cultivos arbóreos incluyendo sistemas agro-silví-pastoriles. Dado que todas estas acciones correctivas necesitan inversiones y no son rentables en el corto plazo se descarta la posibilidad de un convencimiento de los responsables directos. Se requerirá por parte de los organismos de crédito y fiscales así como de las autoridades competentes, un trato preferencial y quizás algunos subsidios. Al mismo tiempo será menester disponer de una legislación nacional y estatal para regular el uso del suelo basado en estudios ecológicos, económicos y agro-silvícolas locales en consulta con todos los involucrados que prevenga usos inadecuados en el futuro. Pero quizá lo más importante que se requerirá es un eficiente programa de educación y extensión para la región con una participación directa de todos los involucrados en el problema.

Problema del Agua.

El solucionar los problemas anteriores ayudará, pero no resolverá en el corto plazo el problema del agua en las zonas urbanas. Este es un problema distinto que requerirá otra lógica y otras acciones específicas como pueden ser obras de captación y mejoramiento de los sistemas de distribución. Así como la introducción de sistemas sencillos agro-piscícolas con pequeñas obras de captación de agua que contribuirán a la conservación y uso de agua en las partes altas.

Problema de la Protección de Flora y Fauna.

Con las acciones sugeridas se podrán proteger una buena parte de los recursos bióticos de la zona y a esto se deberá añadir la ejecución real del Decreto del Parque Nacional con las actividades que le corresponden como una zona protegida del Gobierno Federal. Se deberán estimular otras medidas de los gobiernos locales o de particulares que decidan proteger otras zonas ecológicas de la región.

Como bien se puede ver, las soluciones para cada problema individual no son diferentes de entender ya que son obvias. Sin embargo, todas tienen una implicación económica y a menudo política; por ello el problema permanece y quizá permanecerá por muchos años más, tal como sucede en tantas otras áreas mas de México y de otros países en desarrollo con una problemática similar.

LOS CAMPESINOS Y LA PROTECCION DE LOS RECURSOS.

Ahora bien, otra parte importante de nuestro análisis se debe dirigir hacia el sector más importante de las zonas rurales: que es el grupo de campesinos que viven allí. Con frecuencia los programas de desarrollo para del trópico se hacen en tal forma que parece como sí las zonas estuvieran deshabitadas, cuando en la realidad no es así. Las zonas tropicales de baja altitud de México están habitadas en su gran mayoría por campesinos, incluso las más remotas. Pero, lo más notable es que estas zonas han estado habitadas en forma continua por más de 3,000 años (Hammond, 1982).

El enfoque campesino en la explotación forestal, reforestación, uso y manejo de sus ecosistemas naturales, así como sus sistemas de producción agropecuaria, son a menudo radicalmente distintos a los que propone y usa la sociedad industrial moderna que describí con anterioridad.

Usaré el caso de la zona maya mexicana para ejemplificar la importancia de tomar en cuenta a las culturas tradicionales para resolver algunos de los problemas actuales del manejo de recursos forestales en el trópico.

EL Caso del Área Maya.

En los últimos años se han publicado importantes contribuciones sobre la agricultura y los sistemas de subsistencia de los antiguos mayas (Darch, 1983; Flannery, 1982; Gómez-Pompa & Golley, 1981; Harrison & Turner, 1978, Turner & Harrison, 1983). Sin embargo, el uso de las selvas y los recursos forestales por los mayas actuales y antiguos es un tema poco estudiado, a pesar de la enorme importancia que puede tener para diseñar mejores sistemas para el uso de los recursos de la zona (Barrera M. et al. 1977).

Desafortunadamente el hecho de ignorar a los pobladores locales en programas de desarrollo en los trópicos del mundo es una actitud bastante generalizada.

Para la población campesina actual las selvas, sus sucesiones y productos juegan un papel importante en su economía, de ellas obtienen entre otras cosas: leña, madera, frutos, caza, medicinas y materiales para la construcción. Con el manejo de la vegetación secundaria obtienen la recuperación de la fertilidad de sus suelos.

Por estos motivos la población campesina del área maya reconoce la importancia de las selvas en la protección de los recursos naturales renovables y más que nadie, reconoce los servicios ambientales que le prestan sus recursos forestales.

Un hecho importante de destacar es que el conocimiento y valor de los recursos forestales para los mayas actuales proviene de sus remotos ancestros.

Desgraciadamente este aprecio tiende a perderse debido a la llegada de productos sustitutos provenientes del sector moderno industrial como son los plásticos, los fertilizantes, las láminas de asfalto, los alimentos enlatados, las medicinas de patente, entre muchos otros.

A pesar de esta presión cultural, en muchas zonas indígenas ha existido una resistencia muy fuerte que ha permitido la sobrevivencia de muchos usos y técnicas que seguramente provienen de los antiguos mayas. Algunas de ellas están a punto de desaparecer y quizá muchas otras han desaparecido.

Contrariamente a lo que en alguna época se creyó, los antiguos mayas fueron importantes arboricultores y silvicultores (Gómez-Pompa et. al., 1984). La selva para ellos tenía una importancia mucho mayor de la que le damos en la actualidad. Aparentemente de ella dependían para su subsistencia. De las selvas provenían muchos de sus productos básicos, incluso se ha mencionado que las semillas de un árbol selvático de la zona maya, el Brosimum alicastrum les proveía de granos alternativos o complementarios al maíz y se dice incluso, que esta especie fue la base del éxito de la cultura maya en el pasado (Puleston, 1982). Lo mismo puede decirse para muchas otras especies silvestres frutales arbóreas de las selvas mayas como son: Acrocomia mexicana, Annona squamosa, A. purpurea, A. muricata, A. reticulata, Byrsonima crassifolia, B. bussidaefolia, Calocarpum mamosum, Casimiroa edulis, Chrysophyllum caimito, Cordia dodecandra, Crescentia cujete, Diospyros digyna, Leucaena leucocephala, Lonchocarpus violaceus, Manilkara zapota, Parmentiera edulis, Persea americana, Pithecellobium dulce, Pouteria campechiana, Psidium guajava, Spondias mombin, S. purpurea, Talisia olivaeformis, Zizyphus yucatanense.

Algunos autores en el pasado (Lundell 1937; Puleston, 1968), sugirieron la posibilidad que las selvas mayas con su abundancia de especies útiles fueron en realidad manejadas por los antiguos.

De acuerdo a nuestros trabajos en esta zona, creemos que lo que tenemos en la realidad, en casi toda la zona maya son los resultados de una antigua y compleja silvicultura tropical desarrollada por los antiguos pobladores de esta región. Esta hipotética silvicultura maya (Gómez-Pompa, 1985), consistía en un conjunto de técnicas integradas a la agricultura tendientes a cultivar, proteger y seleccionar especies arbóreas de interés económico, ecológico o cultural en toda la región. Involucraba el cultivo de un elevado número de árboles en los solares de las casas, centros ceremoniales, dentro de las selvas, o en sitios especiales cerca de las milpas: los "peet koot" o selvas-huerto mayas (Gómez-Pompa, et al., 1984). También forma parte de esta silvicultura la protección de árboles en la agricultura nómada durante la tumba; la selección de especies útiles (en forma de "tocones") durante la roza y la siembra; y la protección y cultivo de una faja de vegetación protectora del fuego (incluyendo la "guardaraya") alrededor de la milpa. Parte importante de este sistema era el manejo de sus selvas a través de selección, enriquecimiento a través de la siembra de especies útiles, continuo estudio de las especies silvestres y la semi-domesticación de algunas de ellas en sus huertos familiares.

Este conjunto de técnicas les proveía de abundantes productos forestales para su subsistencia y al mismo tiempo se conservaba la diversidad biológica. Las actividades de conservación biológica de los mayas es principalmente una cuestión práctica de sobrevivencia, quizá mezclada con supersticiones y creencias religiosas. La posibilidad de que los mayas le hubieran dado un valor por si misma a la actividad de conservación biológica no está descartada, máxime si tomamos en cuenta le preciso conocimiento que tenían de sus biota silvestre manifestado en la rica nomenclatura biológica de su taxonomía tradicional (Barrera M., et al. 1976) y en el amplio conocimiento de los posibles usos des prácticamente toda su flora (Mendieta & Amo, 1981; Roys, 1931).

Los mayas actuales, herederos de esta tecnología, nos han dado las claves para reconstruir esta silvicultura ya que aún conservan muchas de las prácticas antiguas, pero en forma aislada y no integradas. Prueba de ello son los huertos familiares en donde se protegen y cultivan una multitud de especies "silvestres" incluyendo al famoso "ramón" (Brosimum alicastrum) antes mencionado (Smith & Cameron, 1977).

Todo esto significa que las selvas que la sociedad moderna industrial ha venido aprovechando recientemente, así como las pocas que aún nos quedan, son el fruto de una silvicultura avanzada antigua de los antiguos pobladores de la zona maya.

Desafortunadamente los campesinos mayas actuales herederos de esa silvicultura, que en parte aún se conserva, no pueden utilizar los métodos de sus antepasados ya que la sociedad moderna industrial requiere de los árboles de sus antiguas selvas-huerto para sus industrias, sus tierras para la agricultura y ganadería y quizás en un futuro para dedicarlas a plantaciones forestales comerciales mono-específicas. ¡Qué incongruencia!.

Es evidente que tenemos ante nosotros dos culturas diferentes, la indígena tradicional (pasada y presente) y la moderna industrial. Cada una con distintos valores y percepciones de la importancia del uso y conservación de los recursos forestales. Es claro que si queremos hacer un cambio en las tendencias actuales tendremos que considerar a los dos mundos y tratar de compatibilizar los conflictos de intereses. Es evidente también quién tiene la responsabilidad de estar consiente de ello y dar los pasos que le corresponden.

ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES.

Por todo lo expresado anteriormente, resulta muy claro que se necesita un cambio profundo en nuestro enfoque del problema de la desforestación en los países en donde conviven los dos mundos culturales mencionados.

Me parece erróneo el enfoque actual de ignorar los métodos tradicionales de manejo del suelo y sus recursos y tratar de imponer nuevos y a menudo ineficientes métodos; esto nos ha conducido a la destrucción de considerables recursos forestales y consecuentemente los servicios ambientales que ellos proveen.

Sugiero que los planes y programas de desarrollo forestal de los países en los que afortunadamente conviven las dos culturas deban prever acciones y enfoque distintos y ajustados a las dos realidades. El enfoque y metas de la investigación, enseñanza, extensión y desarrollo deben adaptarse a los dos mundos culturales. Los recursos económicos y humanos deben dirigirse a resolver y apoyar en igualdad de circunstancias a los dos enfoques.

El primer enfoque que correspondería a lo que yo llamaría la silvicultura campesina, estaría orientado hacia el mejoramiento y paulatina intensificación de las prácticas silvícolas tradicionales con técnicas tanto tradicionales como modernas. Con un bajo requerimiento de capital e intensivos en mano de obra al menos en su inicio. Ejemplos de actividades que se sugieren para el apoyo de este enfoque serían:

1. El estudio y selección de las especies arbóreas protegidas como estándares en le proceso de la tumba. Esta selección deberá hacerse en estrecho contacto con las comunidades locales y de acuerdo a sus necesidades.
2. El estudio y selección de especies arbóreas y arbustivas útiles de rápido crecimiento que pueda ser seleccionadas y protegidas durante la roza (por ejemplo el estudio de los "tocones"). La selección puede hacerse en función de su uso directo como alimento, construcción, medicina, etc.; o por sus ventajas como abono verde o por la calidad de los nutrientes de las cenizas para la siguiente siembra.
3. La selección de especies forestales y mezclas de las mismas que puedan plantarse durante la siembra agrícola para dejar establecida una selva-huerto artificial, siguiendo el sistema Taungya.
4. Protección y desarrollo de pequeñas áreas forestales del tipo de los "peet koot" mayas y los "te lom" huastecos (Alcorn, 1984) cerca de las milpas o de las zonas urbanas.
5. Estudio sobre optimización de diseños arquitectónicos y de producción de huertos familiares y sobre mecanismo de industrialización y comercialización de los productos de los mismos.
6. Selección y mejoramiento de especies arbóreas en los huertos familiares de acuerdo a necesidades locales y posible mercado.
7. Desarrollo de pequeñas unidades forestales (selvas manejadas) basadas en el manejo de las selvas naturales.
8. Estudio de los sistemas agroforestales locales para evaluar su eficiencia económica y ecológica y sugerir mejoras a los mismos (p. ej. Estudio de las leguminosas silvestres usadas como sombra en cafetales, cacaotales, etc.).
9. La evaluación de los avances técnicos modernos y su posible adaptación a la silvicultura campesina.

Este enfoque deberá incluir como parte indispensable del mismo la formación de profesionistas, técnicos, extensionistas, investigadores y promotores campesinos que tengan como principal tarea trabajar en este enfoque.

El otro enfoque sería el de la silvicultura industrial comercial que estaría dirigido principalmente hacia plantaciones forestales para surtir la demanda de la gran industria y su principal competidor por el suelo serían las actividades agrícolas y ganaderas comerciales.

Los principales problemas a los que se tendrá que enfrentar este enfoque serían:

1. El problema de las inversiones a largo plazo en países pobres.
2. La baja rentabilidad comparativa a corto y mediano plazo de las plantaciones forestales.
3. La necesidad de grandes superficies concesionadas a largo plazo que genera conflictos con la población demandante de tierras de cultivo.
4. Los problemas de plagas y malezas inherentes a todos los monocultivos, especialmente en los trópicos.

Este sistema dual de desarrollo forestal que propongo para países como México es similar al que se está siguiendo, después de muchos tropiezos, para la agricultura tropical. Ejemplos de ello son las valiosas contribuciones en el estudio y mejoramiento de técnicas tradicionales agrícolas del Instituto Internacional de Agricultura tropical en Nigeria (Wilson & Kang, 1981) y las del Centro Internacional del Arroz en Filipinas. No debo dejar de mencionar las contribuciones de mi propia institución en el estudio de la agricultura tradicional intensiva en chinampas y su transferencia al trópico (Gómez-Pompa et al., 1982).

Me parece que este enfoque, basado en una situación real concreta es el único que puede devolver a los bosques su papel en la conservación de los recursos naturales renovables y en proveer los servicios ambientales que todas las sociedades en una forma u otra aspiran.

Para terminar solo me cabe reiterar que los ecosistemas forestales naturales en el trópico están en fuerte peligro. Se ha mencionado y analizado el problema hasta la saciedad en muchos foros incluyendo los últimos congresos forestales. Es tiempo ya de tomar un camino más realista y más agresivo.

AGRADECIMIENTOS

El presente trabajo forma parte de los estudios que vengo realizando sobre la silvicultura maya gracias al apoyo de la fundación Tinker a través del Instituto de Ecología de Mesoamérica de la Universidad de Tulane. Una versión en inglés, ligeramente modificada, de este trabajo será publicada en: Tulane Studies in Zoology and Botany.

Agradezco a la Universidad de Harvard haberme otorgado la beca Charles Bullard para continuar mis investigaciones en ecología forestal en el Harvard Forest.

Al Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos por haberme concedido un periodo sabático para realizar estas investigaciones.

BIBLIOGRAFIA

Alcorn, J. B. 1983. El Te´lom Huasteco: Presente, pasado y Futuro de un sistema de Silvicultura Indígena. Biótica 8(3): 315-325.
Aubreville, A. 1947. The Disappearance of the Tropical Forest of Africa. Unasylva 1(1): 5-11.
Barrera M.A., A. Barrera Vázquez & R.M. López Franco. 1976. Nomenclatura Etnobotánica Maya. Instituto Nacional de Antropología e Historia. Colección Científica 36. 537 pp.
Barrera M.A., A. Gómez-Pompa & C. Vázquez. 1977. El Manejo de las Selvas por los Mayas: Sus Implicaciones Silvícolas y Agrícolas. Biótica: 47-60.
Baur, G. N. 1968. The Ecological Basis for Rain Forest Management. Forest Commission of New South Wales, Sidney, Australia. 499 pp.
Budowski, G. 1981. Agro-Forestry in Managing Tropical Forests. In: Mergen, F. (ed.). Tropical Forests: Utilization and Conservation, Yale School of Forestry and Environmental Studies. New Haven, Conn.
Darch, J.P. (ed.). 1983. Drained Field Agriculture in Central and South America. Bar International Series 189. Oxford.
Dawkins, H.C. 1958. The Management of Natural Tropical High forest With Special Reference to Uganda. Commonwealth, Forestry Institute. Paper 34.
Denevan, W.M. 1981. Swiddens and Cattle Versus Forest: The Inminent Demise of the Amazon Rain Forest Reexamined. Studies in Third World Societies. Publ. 13: 25-44.
Ewel, J. 1981. Environment Implications of Utilization. In: Mergen, F. (ed.). Tropical Forests Utilization and Conservation. Yale School of Forestry and Environmental Studies. New Haven, Conn. 157-167 pp.
FAO. 1981. Tropical Forests Resource Assessment Project. 4 Vols. FAO. Roma, Italia.
Farnworth, E.G. & F.G. Golley. 1974. Fragile Ecosystems. Springer Verlag. 258pp.
Flannery, K.V. 1982. Maya Subsistence. Studies in Memory of Dennis E. Puleston. Academic Press. 368pp.
Golberg, A.D. (comp.). El Cofre de Perote. Investigaciones Ecológicas en un Área Conflictiva. Cuadernos de Divulgación INIREB 9: 1-72. Xalapa, Veracruz, México.
Gómez-Pompa, A. 1985 a. Reflexiones Sobre los Recursos Bióticos de México. Editorial Alhambra.
Gómez-Pompa, A., Flores & V. Sosa. 1984. El Uso de las Selvas por los Mayas II: El "Peet Koot" un Eslabón Perdido Entre Las Selvas y Los Huertos Familiares Mayas. Trabajo presentado en el Simposio sobre Biogeografía de Mesoamérica. Mérida, Yucatán, México. Memorias en Prensa.
Gómez-Pompa A., & F.B. Golley. (ed.) 1981. Estrategias del Uso del Suelo y sus Recursos por las Culturas Mesoamericanas y su Aplicación para Satisfacer las Demandas Actuales. Memorias del Simposio CONACYT-NSF. Biótica 5 (1 y 2). Xalapa, México.
Gómez-Pompa, A., G. Halffter, R. Casco & E. Leff. 1976. Desarrollo del Trópico Mexicano. Ciencia y Desarrollo 1 (6): 17-21. México, D.F.
Gómez-Pompa, A., H.L. Morales, E. Jiménez & J. Jiménez. 1982. Experiences in Traditional Hydraulic Agriculture. In: Flannery, K.V. (ed.). Mayas Subsistence. Studies in Memory of Dennis E. Puleston. Academic Press. pp. 327-340.
Gómez-Pompa, A., C. Vázquez-Yanes & S. Guevara. 1972. The Tropical Rain Forest: A Non Renewable Resource. Science 177: 762-765.
Goodland, R. J. A. & H.S. Irwin. 1975. Amazon Jungle: Green Hell to Red Desert?. Elsevier Scientific Publishing Co. 155 pp.
Greenland, D.J. 1975. Bringing the Green Revolution to the Shifting cultivator, Science 190: 841-844.
Halffter, G. 1983. Colonización y Conservación de Recursos en el Trópico (2a. reimpresión). Cuaderno de Divulgación INIREB 1: 31 pp. Xalapa, Veracruz, México.
Hammond, N. 1982. The Exploration of the Maya World. American Scientist 70: 482-495.
Harrison. P. D. & B. L. Turner. 1978. Pre-Hispanic Maya Agriculture. University of New México Press. 414 pp.
Hernández, X, E. 1959. La Agricultura. In: Beltrán E. Los Recursos Naturales del Sureste y su Aprovechamiento. Inst. Mex. Rec. Nat. Renov. Capitulo 1.
IUCN 1980. World Conservation Strategy. IUCN-UNEP-WWF. Morges, Suiza.
Koterba, M. & S. Olivieri. 1983. Manejo Actual de los Recursos Naturales en el Valle de Perote, México. Cuaderno de Divulgación INIREB 9: 33-42. Xalapa, Veracruz, México.
Lanly, J. P. 1983. Assesment of the Forest Resources of the Tropics. Forestry Abstracts 44: 287-318.
Lugo, A. & S. Brown. 1981. Tropical Lands: Popular Misconceptions. Mazingira 5 (2): 10-19.
Lundell, C. L. 1937. The Vegetation of Petén. Carnegie Institution of Washington Publ. 478.
Mendieta, R. M. & S. del Amo. 1981. Plantas Medicinales del estado de Yucatán. CECSA-INIREB. México.
Mergen, F. 1981. International Symposium on Tropical Forests Utilization and Conservation. Yale School of Forestry and Environmental Studies. New Haven Conn. 199 pp.
Myers, N. 1980. Conversion of Tropical Forests. National Academy of Sciences. Washington, D. C. 205 pp.
National Research Council. 1980. Research Priorities in Tropical Biology. National Academy of Sciences, Washington D. C. 116 pp.
Nations, J. D. & R. B. Nigh. 1980. The Evolutionary Potential of Lacandon Maya sustained Yield Tropical Forest Agriculture. J. Antropol. Res. 36: 1-29.
Puleston, D. E. 1968. Brosimum Alicastrum as a Subsistence Alternative for the Classic Maya of the Central Southern Lowlands. Tesis de Maestría (M. A.). University of Pennsylvania.
Puleston, D. E. 1982. The Role of Ramón in Maya Subsistence. In: Flannery, K. V. (ed.). Maya Subsistence. Studies in memory of Dennis E. Puleston. Academic Press 353-366.
Raa, M. T. & J. M. Espinoza. 1983. Estudio de Erosión en la Ladera Sureste del Cofre de Perote. Cuadernos de Divulgación INIREB 9: 43-49. Xalapa, Veracruz, México.
Rappaport, R. A. 1971. The Flow of Energy in an Agricultural society. Scientific American. 225 (3): 117-132.
Roys, R. L. 1931. The Ethno-Botany of the Maya. Tulane University of Louisiana. 359 pp.
Sanchez, P. A. 1976. Properties and Management of Soils in the Tropics. John Wiley. 618 pp.
Sanchez, P. A. & S. W. Boul. 1975. Soils of the Tropics and the World Food Crisis. Science 188: 598-603.
Smith, C. E. & M. L. Cameron. 1977. Ethno-botany in the Puuc, Yucatan. Econ. Bot. 31: 93-110.
Soule, M. E. & B. A. Wilcox. 1980. Conservation Biology. Sinauer, Sunderland, Mass.
Tucker, R. P. & J. F. Richards. 1983. Global Deforestation and the Nineteenth-Century World Economy. Duke Press Policy Studies. 210 pp.
Turner II, B. L. & P. D. Harrison. 1983. Pulltrouser Swamp. Ancient Maya Habitat, Agriculture and Settlement in Northern Belize. University of Texas Press. 294 pp.
UNESCO/UNEP/FAO. 1978. Tropical Forests Ecosystems: State of Knowledge Report. UNESCO. Paris, France. 683 pp.
UNESCO. 1983. Swidden Cultivation in Asia. Vol. 1. UNESCO Regional Office. Bangkok, Tailandia. 330 pp.
US-SD. 1978. United States Strategy Conference on Tropical Deforestation. Proceedings. US State Dept. US-AID, Washington, D.C.
Vovides, A. & A. Gómez-Pompa. 1977. The Problems of Threatened and Endangered Plant Species in México. In: Prance, G. T. & T. S. Elias (eds.). Extinction is forever. New York Botanical Garden. 77-78 pp.
Whitmore, T. C. 1984. Tropical Rain Forests of the Far East. Clarendon Press. Oxford. 352 pp.
Wilson, G. F. & B. T. Kang. 1981. Developing Stable and Biological Cropping System for the Humid Tropics. In: Stonehouse, B. (ed.). Biological Husbandry: A Scientific Approach to Organic farming. Butterworth, London. 193-203 pp.